Pagwi es el punto final de una carretera que lleva hasta el río Sepik y está apenas poblado por pocas casas. Es muy
utilizado por los habitantes de la zona por ser el único acceso a Maprik,
otro pueblo, a mitad de camino con Wewak donde montan los Martes y Jueves
un gran mercado de intercambio y venta de diferentes productos necesario para
las familias, principalmente pescado ahumado, los mejores Buais, pieles de
cocodrilos (o crías de cocodrilos), Sago..., por productos que en el
río no hay como ropa, electrodomésticos o productos chinos de todo tipo.
Como estamos en época de lluvia
el camino hacia Yamok está completamente inundado y el resto embarrado
haciendo un "sacrificio" caminar por él. Tras adentrarnos con la
canoa por un "corte de camino" entre los cañaverales que bordean el
río accedimos a una laguna interior, que tras sucesivos nuevos
"cortes" alcanzamos a pie el camino principal hacia el poblado.
Lo que se suele hacer en
cuarenta minutos los días de temporada seca ahora se hace en hora y media tras
constantes resbalones pisando barro caliente y algunas partes oliendo a podrido. El agua
de las lagunas internas alcanza muchos kilómetros tierra adentro, llegando hasta muchas aldeas del interior.
Habíamos consumido bastante
tiempo hasta llegar hasta aquí y disponíamos de un par de horas para realizar la
visita antes que cayera la noche. La entrada al pueblo me
sorprendió porque es diferente a todos los que había visto anteriormente. Construcciones mucho
más altas y tradicionales y gente vistiendo ropa no tan modernas y llamativas
como las cercanas al río, y son mucho más amables y simpáticos. Nos dirigimos a
su Haus Tambaran más emblemática, la más grande. Aunque apenas le quedan algunas tallas de madera -dicen que la mayoría están en casas particulares-,
han sido muy bien elaboradas, con dibujos en tintes naturales rojo, ocre, blanco y
negro característicos de esta comunidad. Es muy grande y alta y aunque no hay
ceremonias de tatuajes a menudo, suelen hacerlas a petición de los turistas, previo
pago, por supuesto.
La ancestral religión
animista de Papua enfatiza en la importancia espiritual de sus
antepasados quienes eran considerados mediadores con el poder central del
universo. En tiempos de escasez, rituales de "alimentación al cielo"
eran realizados mediante ofrendas a los espíritus ancestrales que cargaban con
lo ofrecido hacia los cielos, donde intercedían en favor de sus descendientes.
Algunos poblados aún mantienen vivo su árbol genealógico.
La evidencia de sus creencias
tradicionales es que aún se siguen esculpiendo bellas figuras de madera que pueden
contener el poder espiritual de sus fallecidos. En ocasiones suelen hacerles
preguntas acerca de tormentas peligrosas cuando van a salir a la mar o
simplemente que les protejan de malos espíritus en diversas enfermedades.
Porque muchos creen que no se muere de viejo sino de un mal de ojo que algún
envidioso vecino ha enviado para apropiarse de algo concreto.
La vuelta a Korogo la
haríamos a pasos mucho más rápidos pues caía la tarde y no era adecuado que nos
quedáramos sin luz buscando los "cortes" de caminos para alcanzar nuevamente el río
Sepik.
El siguiente día estaba
planeado que nos quedaríamos a pasar la noche en Palambei, otro
extraordinario pueblo construido en el interior de varias lagunas, ahora
completamente inundado de agua y donde las lilies flotadoras, el reflejo de
las casas y las vegetación sobre sus calmadas aguas dan una magnífica
belleza al entorno del poblado, pero Mathew prefirió quedarse otra noche
en Korogo para realizar las dos últimas visitas desde allí. Así que
volvimos a subir a la canoa al día siguiente para dirigirnos hacia Palambei,
que no se ve desde el río Sepik pues se encuentra muy adentro, a través
de otras lagunas.
Ambas tienen bastantes figuras
talladas a la venta, que aunque se aprecia que no son de muy buena calidad pero si lo son en belleza. Las
mejores fueron adquiridas por coleccionistas hace mucho tiempo. En ambas, varios
supuestos artistas exponen sus obras como si de un mercadillo se tratara. Aunque
no ejercen presión alguna a la hora de observarlas. Quizás porque podrían notar mi
pobreza no sólo económica sino artística. Y tampoco es plan de estar cargando
con figura alguna durante el tiempo de viaje que me queda.
Tras abandonar Palambei nos
dirigimos a la otra orilla del río Sepik donde se encuentra Kanganaman
otro poblado en el interior, caracterizado por tener la Haus Tambaran más
antigua del río, aunque ha sido renovado con ayudas del Museo Nacional.
Declarado construcción de importancia cultural nacional, sus enormes columnas
están completamente talladas y tiene dos plantas. En la parte alta tienen
desplegado una amplia variedad de tallas, también a la venta.
Lo que no he visto en ninguno
de estos poblados es a gente trabajando la madera. Dicen que hay muy buenos
artistas, pero yo no los vi en acción en ningún momento.
De vuelta a Korogo, Mathew
me anunció su intención de regresar a su pueblo, supongo que en un ataque
lascivo por bañarse con todo el dinero que ganó realizando este tour por el río
conmigo. La excusa perfecta fue que al
ser domingo al día siguiente no podría encontrar combustible para regresar pues
estaría todo cerrado.
El otro punto negativo ha sido que
tras pagar las cuatro noches que yo iba a pasar aquí, marchó sin pagar la suya
y la de su hijo (100K.) dejando a una familia pobre -muchísimo más pobre
que la suya-, sin cobrar lo que yo a él la había dado para quedarnos en los
diferentes hostales.
Si ellos hacían otra noche sería más
descarado huir y de esa manera tendría que pagarlas con toda seguridad. Se ha portado como
una auténtica rata sin escrúpulos con esta gente. Y conmigo!.
El resto de los días, hasta el
martes que es día de mercado en Maprik y por lo tanto debería de haber
mucho más transporte colectivo haciendo más económico viajar por el río (10K.)
los he pasado con la familia de James paseando por el pueblo, charlando
con los vecinos, comiendo "la cantidad de alimentos que me sobró",
recogiendo las redes con la pesca diaria y durmiendo mucho. Lo suficiente como
para recuperarme de tanto ajetreo por el río Sepik, sus afluentes y sus
lagunas interiores.
Tan sólo pude conseguir canoa a
la 4 de la tarde. Tuve que quedarme en el Sangra G.H. (50K.) a
pasar la noche en Pagwi para salir al día siguiente, porque los cuatro
trucks que esperaban a los pasajeros pararían en Maprik dos o tres horas
mas tarde. El único que se dirigía a Wewak podría llegar a las 10 de la
noche y no era plan de estar por las calles a esas horas buscando alojamiento.
El regreso a Wewak lo
hice en un Land Cruiser de unos amigos del dueño del G.H. que habían concluido
un trabajo en Pagwi y volvía a la ciudad. Me permitieron subir con
ellos, previo pago de 40K., lo que cuesta el transporte público, y nos
dirigimos hacia Maprik para ver el mercado durante casi una hora en
pleno apogeo. Funciona de martes a jueves y llegan a mezclarse hasta 10.000
personas de todas las comunidades del río, de pueblos colindantes y de la
ciudad, pues todo se consigue mucho más barato aquí que en otro lugar.
En el centro se encuentra el
mercado y a su alrededor se concentran muchísimos otros vendedores que
despliegan todo tipo de artilugios para saciar a tantos compradores. El
movimiento de gente es cuasi espectacular. Se vende de todo lo imaginable. En Maprik hay varios
hostales donde es posible pernoctar.
Una vez en Wewak, he pasado unos días estudiando la
próxima ruta a seguir, he sacado algo más de dinero y he comprado el billete de
avión para ir a la Isla Kiriwina, en las islas Trobriands (Madang-Port
Moresbi-Lousia, 939K/AirNiugini+Airlines PNG), saliendo desde Madang la
próxima semana.
Como el barco semanal que va a Madang
no pasa hasta el próximo jueves o viernes he decido regresar al río
Sepik pero esta vez por la parte baja, por Angoram, pasar unos días
allí, esperar el paso de una de las casi diarias embarcaciones con cargamento de Buais que se dirigen
hacia la desembocadura de río, concluyendo en Watan , y luego desde allí coger algún medio de transporte público hacia Bogia, disfrutar unos días en la
playa y luego ir a Madang.
De aquí en adelante será
únicamente los golpes de suerte los que puedan decidir este itinerario a
seguir. Nada es seguro, nada está confirmado, porque viajar por PNG. es
siempre impredecible.