Nuevamente,
un camión PMV (Public Motor Vehicule) que traslada a los vecinos de Angoram
al mercado de Wewak ha sido el medio de transporte (20K/4h.)
que he utilizado para desplazarme hasta allí.
Junto
al mercado de Wewak se encuentra la Terminal con casi todo el transporte
que se mueve por esta zona: Minibuses, Guaguas pequeñas y Trucks.
Todos tienen dos números que corresponden al destino o de donde proceden. Por
lo tanto, para ir a Angoram he cogido el Truck con número 2 - 4,
un camión que también tiene en la caja trasera asientos laterales adosados para
que se siente el pasaje. La mercancía va en medio y debajo de los alargados
asientos.
Una
vez en marcha estuvimos algo más de una hora parando en algunos supermercados
de Wewak porque cada uno se caracteriza por tener mejores precios en
ciertos artículos. Así que, concluidas las últimas compras, sólo faltaban las
siguientes tres o cuatro paradas a medio camino para comer en los puestos de
carretera o comprar más Buais que mascar. Se hacía las 12 del medio día
y aún no habíamos salido de la ciudad. Y eso es algo que no me gusta hacer:
salir después de medio día, ya que no garantiza que se llegue de día al
destino. Y con esto en PNG. hay que tener mucho cuidado. La carretera
está bien asfaltada durante una hora desde la salida y otra hora antes de Angoram.
El resto es camino de tierra y piedras, y en partes con barro de casi medio
metro que lo hace impracticable para vehículos más bajos.
Ya
en Angoram tan sólo habría que esperar el paso de
algún Banana Boat que se dirige a Bogia cargado con Buais del
Sepik -que parece que tienen muy buena aceptación entre los chupadores de
esta tan consumida nuez- y desde allí continuar mi viaje hasta Madang.
Llegamos
a última hora de la tarde y encontrar alojamiento no ha sido nada complicado ya
que hay varios Guest Houses con precios más o menos aceptables (50K.).
Parece ser que los precios están pactados por todos los que trabajan con
turistas extranjeros. Casi todos tienen el mismo precio. Me he quedado en el Futulu
G.H., justo en frente del embarcadero donde paran las canoas. Es una edificación
de madera que tiene 9 habitaciones con baños compartidos en el exterior, un
salón central con las paredes pintadas con dibujos rurales y aves, y columnas
de madera muy bien talladas. Es muy sucio y las habitaciones lo son aún más.
La familia vive en las viviendas contiguas. Pertenece a Jimmy, un
conocido guía local con Banana Boat propio.
Tras
observar la puesta de sol a orillas del río Sepik, lo siguiente que hice
fue contactar con alguien de la familia, ya que Jimmy estaba en Wewak,
para que con una canoa a motor me pudiera llevar al siguiente día por el río
Keram, hacia Chimondo y Kambot, y concluir en Moin,
junto al río Sepik, para poder deleitarme con todo su entorno. En
algunas aldeas del río Keram se fabrican muy buenas tablas de madera talladas
"que cuentan historias" y las quería ver.
El
paseo duró seis horas comenzando por Chimondo, que aunque no paramos sí
que disfrutamos de la tranquilidad que envuelve todo su paraje y la cantidad de
pequeñas aldeas que fuimos pasando. No hay tanta cantidad de vegetación ni de
aves como en la parte alta del Sepik, pero es muy atractivo.
Chimondo
es
un gran poblado enclavado en la orilla del río, es muy limpio y bien cuidado,
con escuela, iglesia y su gente está siempre muy atareada haciendo de todo,
desde Saksak machacando constantemente el interior de la palmera, a
canoas fabricadas a partir de ahuecar un enorme trozo de árbol.
Donde
sí paramos fue en Kambot, río abajo, pues es conocido por sus trabajos
en madera tallada y lo quería ver personalmente. Es un amplio pueblo muy bien
cuidado pero estos días el agua cubre parte de su terreno en casi una cuarta,
pues ha llovido bastante últimamente estos días y el río trasporta mucha agua,
teniendo que caminar con mucho cuidado de no resbalar con el barro acumulado en
el fondo.
Tiene
tres Haus Tambaran, decadente, y sus tallas de madera están repartidas entre las casas
de sus propietarios. Entramos en la casa de uno de ellos donde expone sus pocas
obras amontonadas en el suelo. Se notaba buen estilo. Nos dijo que la mayoría
se las habían llevado a Madang. Ya podría imaginar como sería el resto
que no estaba allí.
Los
trozos de madera talladas, que son grandes y pesados, narran diferentes
historias que bien podría suceder en este mismo pueblo. Me recordaba mucho a
las tallas balinesas, de gran calidad.
Mientras
descansábamos en la orilla me acerqué a unos cocos amontonados a la entrada de
una parcela con vivienda y en un instante apareció una señora mayor con su hijo
para ofrecernos algunos de esos cocos recién cortados. Vaya detalle. Nadie
había pedido nada.
Continuamos
de vuelta al río Sepik pasando a través de varios cortes de camino entre
las casi impenetrables plantas flotantes Lilies varadas en el agua, entre vegetación y cañaverales salvajes. Atravesamos Kambaramba, una hermosa
aldea flotante -estos días- y alcanzamos a última hora de la tarde Moim,
otro bello poblado a orillas del Sepik.
Lo
negativo de esta parte del viaje ha sido que he estado tirado en Angoram cuatro
absurdos días por culpa de los personajes que viven y trabajan en el hostal,
perdiendo la oportunidad de disfrutar esos días en la aldea Laulau, junto
a Bogia, donde me quería quedar antes de llegar a Madang, destino final
de esta parte del viaje.
Desde
que llegué a Angoram todo fueron buenas intenciones por parte de la gente del hostal: que confiara en ellos por que me conseguirían transporte hacia Bogia,
que no me fiara de los peligrosos botes sobrecargados de Buais, que
esperara un poco porque encontrarían para mí transporte público con gente de confianza que se dirigen río abajo....
Pero
todo fue mentiras tras mentiras con la única intención que me quedara cuanto
más días mejor para ellos y supongo que pensando que contrataría otro tour por
otro lugar mientras esperaba.
Ahora
no es tiempo de turismo, todos los lugares que he visitado no he visto ningún
extranjero y esto ha dado pie a que quizás se quisieran aprovechar del único
que ha pasado por allí en meses y hayan intentado sacar mayor provecho pero
jodiéndome el viaje sin importarles absolutamente nada. Ni que pudiese perder
incluso hasta conexiones de aviones.
Una
de las noche estuve esperando hasta la 1 de la mañana por una embarcación con
pasajeros que no pasó, y la siguiente noche otra vez lo mismo.
Esas
noches pasaron otras embarcaciones con destino a la desembocadura del río que
perdí esperando que me avisaran.
Ya
me extrañaba desde que llegué a este hostal que la gente fuera tan extremadamente
amable. Sí, lo son, pero cuando ven la posibilidad de sacar beneficio. Han
querido que me quedara aquí cuantas más noches mejor para ellos. Y yo tan
estúpido creyendo en su amabilidad!!, aún habiendo PROMETIDO con su palabra
(algo que en este país no tiene valor) que me ayudarían.
La
excusa ha sido que viajar sólo en un Banana Boat que va cargado de buais
hasta Bogia es peligroso para un extranjero. Que son gente mala la que
navega río abajo sobrecargados, a veces, de manera temeraria y que ha habido
casos de asesinatos durante el trayecto para robar las pertenencias. Y parece
ser que este bulo viene de alguien que ha contado que ha oído a otro que una
vez le dijeron que mataron a un pasajero para robarle. Ummmmm, cuentos de
estúpidos.
En
fin, tuve que quedarme cuatro días y perderlos de playa. Al final lo he tenido
que hacer yo sólo y probar suerte esperando que apareciera alguna embarcación y
de esta forma poder llegar a Bogia, mi siguiente destino antes de Madang.
Junto
a mi se encontraba Pilatus, un pasajero que esperaba también poder ir a Mandi,
otro poblado de costa donde desembarcan buais para luego trasladarse a Madang
a coger como yo un vuelo hacia Port Moresbi. Pero él pagó por
adelantado las 100K que cuesta el viaje. No las vio más. De suerte que él tenía
un bote de 5mt. y motor de 15hp. y no halló otra opción que al día siguiente, si
a mí me interesaba, compraríamos gasolina entre los dos y navegaríamos hasta Watan
y desde allí esperar por otra embarcación que fuera hacia Mandi.
A
las 8 de la mañana del día siguiente Pilatus me estaba esperando en el
embarcadero con el bote, uno de sus hijos y un amigo que se encargarían de
regresar con la embarcación. Compramos 50l. de combustible (100K. c/u) y
tras cambiar de motor porque no le funcionaba bien comenzamos a bajar el río.
Esta
parte baja del río es muy poco interesante, la vegetación en su orilla es también muy saturada y está habitada por escasas pequeñas aldeas. No llegamos al mar de
Bismarck por el río porque un poco antes hay un corte de camino que lleva
directamente al lago Watan donde se encuentra el poblado del mismo
nombre. Cuando llegamos una sobrecargada embarcación de pasajeros partía hacia Mandi.
No había más espacio para más pasajeros.
Allí,
recostados en una casa desvencijada y colapsada por el tiempo, esperamos toda la tarde por otro bote pero no
apareció ninguno. Así que tuvimos que hacer noche en Watan. Gracias a que Pilatus tiene
algunos familiares allí y pudimos conseguir la llave de la casa del profesor
del colegio del pueblo que aún no había aparecido por allí. Una
vivienda de madera y metal muy diferente a las tradicionales que se encuentran
en este pueblo. Es precioso, amplio, muy bien cuidado y en verano reciben algunos
grupos de turistas de agencia y les hacen unos Singsing (bailes
tradicionales) e incluso la danza china del dragón!!. Si a los turistas
les gusta eso... (?).
Al día siguiente, bajo una más que jodelona lluvia pudimos conseguir transporte de la misma manera que el día anterior: comprando una garrafa de gasolina y subiendo a una embarcación de un conocido. Aprovecharon para repartir el peso de las bolsas de buais que traía otra y partimos hacia Mandi.
Nada más salir al mar el motor comenzó a fallar en varias ocasiones pero al intentar regresar a la orilla nuevamente el motor pareció que volvía a funcionar mejor, así que decidieron continuar hacia el destino. Tuvimos varias paradas más a mitad de camino, a poco de hundirnos pues también llevábamos bastante peso, y las olas junto con el viento hacía entrar bastante agua por la parte trasera de la embarcación al sumergirse ésta debido a la fuerza que ejercía el motor. Cuando entramos en las canelas aguas provocado por la desembocadura del Río Ramu al mezclarse las dos aguas, dulce y saldas, y que tras tantas horas de lluvia caída anteriormente llevaba mucha agua, la embarcación comenzó a pararse continuamente impidiendo que pudiésemos avanzar en condiciones. En esos momentos las olas venían de cualquier lado debido a la corriente que se forma con el empuje de las dos aguas. De repente, todos comenzaron a ponerse muy nerviosos. El capitán amarró varias garrafas vacías al motor fuera-borda y Pilatus su mochila a otras tantas garrafas. Yo no tuve opción de nada. Fue como un sálvese quien pueda, marica el último!!. Éste era el lugar tan peligroso que tanto me habían hablado en Angoram donde, en muchísimas ocasiones, las embarcaciones trabucan falleciendo los tripulantes y hundiéndose las mismas.
Algo muy anecdótico fue que no me permitieron decir una palabra en esos momentos ya que la leyenda dice que quien habla le falta el respeto a los espíritus de esa parte del mar y hunde las embarcaciones!!. Vaya por dios!!. La cosa no llegó a más. Una vez entrado nuevamente en agua salada continuamos la travesía hasta Mandi y desde allí montamos en un PMV que estaba a punto de partir. El camión de transporte pasó por Bogia, pero era casi las dos de la tarde y pensé que poco podría hacer en ese pueblo ya que que al día siguiente tendría que coger otro vehículo para ir a Madang -si lo hubiera pues era domingo-, y si continuaba tendría la tranquilidad de poder moverme por la mañana del lunes para sacar dinero y comprar el billete de avión de Madang a Port Moresbi que me falta.
En Madang me estoy quedando en el hostal Country Woman Association (CWA) porque es de los más baratos (100K. con baño, una cama y una litera de dos, salón-comedor, cocina compartida y está situado junto a los muelles de los barcos de recreo, de transportes de pasajeros (PMV) y comercial con perfecta vistas a las islas de en frente.
El domingo amaneció nublado y no era día de playa así que decidí no ir a la vecina isla Krangket a nadar y bucear. Así que lo dediqué a pasear por sus alrededores. Se dice que con tantos jardines y amplitud es de las ciudades más bonitas de todo el país. Cuenta con equipamiento urbano moderno, un museo y un centro cultural. El centro de la ciudad no es muy grande y se puede recorrer casi todo en menos de dos horas. Hay un muy concurrido mercado al aire libre donde se pueden comprar muchas frutas y verduras frescas, pescado ahumado y todo lo que se pueda necesitar en una cocina para hacer de comer, pues hay muchísimos supermercados por los alrededores. Las tiendas son pequeñas- no hay centros comerciales ni edificios altos. Hay una tienda que vende cañas de pescar, gafas, tubos y aletas a buenos precios.
Este lugar es famoso por sus arrecifes de coral con una excelente visibilidad bajo el agua. La pesca de altura también es muy popular entre los expatriados que viven aquí y acuden al Club (náutico) Madang donde tienen sus embarcaciones de recreo.
Mis planes continúan aunque algo afectado por las absurdas pérdidas de días que estoy acumulando debido a bastantes imprevistos. Mañana salgo temprano en avión hacia Port Moresbi y desde allí conectaré con otro vuelo hacia Islas Trobriands donde espero pasar algunas semanas en varias aldeas aprendiendo de una cultura que, aunque se parece en algo a lo que estoy viviendo últimamente, es en sí diferente ya que su organización tribal está basada en clanes matrilineales. Esto me resulta bastante llamativo y curioso pues todo lo que he visto hasta ahora ha tenido mucho que ver con las atribuciones del "macho-man" papuo a la hora de controlar las libertades de las mujeres.
Al día siguiente, bajo una más que jodelona lluvia pudimos conseguir transporte de la misma manera que el día anterior: comprando una garrafa de gasolina y subiendo a una embarcación de un conocido. Aprovecharon para repartir el peso de las bolsas de buais que traía otra y partimos hacia Mandi.
Nada más salir al mar el motor comenzó a fallar en varias ocasiones pero al intentar regresar a la orilla nuevamente el motor pareció que volvía a funcionar mejor, así que decidieron continuar hacia el destino. Tuvimos varias paradas más a mitad de camino, a poco de hundirnos pues también llevábamos bastante peso, y las olas junto con el viento hacía entrar bastante agua por la parte trasera de la embarcación al sumergirse ésta debido a la fuerza que ejercía el motor. Cuando entramos en las canelas aguas provocado por la desembocadura del Río Ramu al mezclarse las dos aguas, dulce y saldas, y que tras tantas horas de lluvia caída anteriormente llevaba mucha agua, la embarcación comenzó a pararse continuamente impidiendo que pudiésemos avanzar en condiciones. En esos momentos las olas venían de cualquier lado debido a la corriente que se forma con el empuje de las dos aguas. De repente, todos comenzaron a ponerse muy nerviosos. El capitán amarró varias garrafas vacías al motor fuera-borda y Pilatus su mochila a otras tantas garrafas. Yo no tuve opción de nada. Fue como un sálvese quien pueda, marica el último!!. Éste era el lugar tan peligroso que tanto me habían hablado en Angoram donde, en muchísimas ocasiones, las embarcaciones trabucan falleciendo los tripulantes y hundiéndose las mismas.
Algo muy anecdótico fue que no me permitieron decir una palabra en esos momentos ya que la leyenda dice que quien habla le falta el respeto a los espíritus de esa parte del mar y hunde las embarcaciones!!. Vaya por dios!!. La cosa no llegó a más. Una vez entrado nuevamente en agua salada continuamos la travesía hasta Mandi y desde allí montamos en un PMV que estaba a punto de partir. El camión de transporte pasó por Bogia, pero era casi las dos de la tarde y pensé que poco podría hacer en ese pueblo ya que que al día siguiente tendría que coger otro vehículo para ir a Madang -si lo hubiera pues era domingo-, y si continuaba tendría la tranquilidad de poder moverme por la mañana del lunes para sacar dinero y comprar el billete de avión de Madang a Port Moresbi que me falta.
En Madang me estoy quedando en el hostal Country Woman Association (CWA) porque es de los más baratos (100K. con baño, una cama y una litera de dos, salón-comedor, cocina compartida y está situado junto a los muelles de los barcos de recreo, de transportes de pasajeros (PMV) y comercial con perfecta vistas a las islas de en frente.
El domingo amaneció nublado y no era día de playa así que decidí no ir a la vecina isla Krangket a nadar y bucear. Así que lo dediqué a pasear por sus alrededores. Se dice que con tantos jardines y amplitud es de las ciudades más bonitas de todo el país. Cuenta con equipamiento urbano moderno, un museo y un centro cultural. El centro de la ciudad no es muy grande y se puede recorrer casi todo en menos de dos horas. Hay un muy concurrido mercado al aire libre donde se pueden comprar muchas frutas y verduras frescas, pescado ahumado y todo lo que se pueda necesitar en una cocina para hacer de comer, pues hay muchísimos supermercados por los alrededores. Las tiendas son pequeñas- no hay centros comerciales ni edificios altos. Hay una tienda que vende cañas de pescar, gafas, tubos y aletas a buenos precios.
Este lugar es famoso por sus arrecifes de coral con una excelente visibilidad bajo el agua. La pesca de altura también es muy popular entre los expatriados que viven aquí y acuden al Club (náutico) Madang donde tienen sus embarcaciones de recreo.
Mis planes continúan aunque algo afectado por las absurdas pérdidas de días que estoy acumulando debido a bastantes imprevistos. Mañana salgo temprano en avión hacia Port Moresbi y desde allí conectaré con otro vuelo hacia Islas Trobriands donde espero pasar algunas semanas en varias aldeas aprendiendo de una cultura que, aunque se parece en algo a lo que estoy viviendo últimamente, es en sí diferente ya que su organización tribal está basada en clanes matrilineales. Esto me resulta bastante llamativo y curioso pues todo lo que he visto hasta ahora ha tenido mucho que ver con las atribuciones del "macho-man" papuo a la hora de controlar las libertades de las mujeres.