15/2/13

Remontando el Río Sepik‏


La siguiente ruta de tres días la hemos realizado por el alto Sepik, una vez llenado otro bidón de gasolina (no lo vi hacer!) y haber hecho "la compra" en una tienda de Ambunti y dos cebollas pequeñas (6K.!!) en el mercadillo, ya que era la única verdura que vendían. Sin embargo los krackers y las galletas no faltaban!!. Había puestos que vendían pescado ahumado, donuts locales, bolsas de fideos (noodles), arroz, azúcar, sal, algunas especias, bolas de arroz (rais ball) que pueden estar rellenas de pescado de lata, frijoles, carne..., algunas latas de conservas, sobres de refrescos en polvo, nescafé, leche en polvo, calderos, hojas de tabaco, algo de ropa..., un poco de todo. 
En Ambunti los precios doblan pues hay que trasladarlo todo en embarcaciones río arriba ya que no hay carretera. Hay varias Guest Houses, escuela, varias iglesias, una enorme antena de telefonía que da cobertura a una gran cantidad de poblados de los alrededores y es un pueblo bastante grande. La gente viste más moderno y con colores más llamativos.
Remontar el Sepik es mucho más interesante que la zona media o baja del río. Es mucho más fértil, abundan muchísimas especies de aves y posiblemente cocodrilos que nunca llegué a ver, altos montes y extensos humedales.
Los poblados son más pequeños y rurales y sus habitantes más tímidos y más brutitos. Las riñas entre ellos es común. No se ve tanta ropa fluorescente pues muchos visten desvencijados harapos debido al lavado continuo en el agua del río que transporta placton y/o lodo. Apenas salen de sus poblados a los mercados grandes (Ambunti o Maprik) pues les resulta lejos y caro. Tan sólo se dedican a intercambiar productos como Pescado y Saksak (Sago).
Los hombres tienen sus "chozas especiales" (Boy Haus/Men Haus/Haus Tambaran) para ellos solos. Las mujeres están a "sus labores" mientras ellos discuten o intercambian sus "brillantísimas ideas" sentados durante horas chupando Buais (nuez de betel), escupiendo constantemente su rojo flujo y fumando tabaco local envuelto en papel de periódico. Oírlos toser o escupir es entender lo enfermos que están muchos de ellos, con enormes hongos por todo el cuerpo, la piel completamente escamada, ojos infectos y posiblemente el estómago destrozado de tanto chupar Buay y mezclarlo con polvo blanco extraído de conchas.
Y más aún los niños, llenos de infectas heridas producidas por picaduras de los innumerables mosquitos, muchos portadores de malaria, y otras por caídas, golpes o cortes con machetes.
Los más jóvenes juegan al voleyball, a los boliches u otros juegos con nombres muy diferentes entre un pueblo y otro pues dicen que en PNG. hablan más de ochocientos diferentes dialectos!!, aunque la separación entre ellos tan sólo pueda ser de 300mts..
Tras "repostar" seguimos río arriba pasando por Yambon, Procnawi, Yessan, Maio, Meno y adentrándonos luego por el río April. Nos detuvimos en Tangonjan para ver su simplísima ex-Casa de los Espíritus (Haus Tambaran), una estructura bien trabajada, aunque ha sido renovada hace tiempo -suelen durar algo más de treinta años-, pero que ya no tiene apenas figuras talladas. Me dijeron que me podían ofrecer música con tambores de madera y flauta para dar la bienvenida (50K.) de manera "informal", es decir, cuatro o cinco tipos paleando con trozos de madera un pedazo de árbol hueco tallado con forma de cocodrilo. Les agradecí la "iniciativa" pero que yo no estaba allí para ver una actuación turística. Esto nunca podrá superar los maravillosos sonidos de los tambores ahuecados fijianos (lali) o samoanos.
Tras observar detenidamente su interior, adornado con dibujos de diferentes espíritus, dibujos geométricos sobre tapiz sacado del tronco de una palmera concreta, y algunas figuras talladas y pintadas me pidieron que preguntara lo que quisiera. Y ha sido aquí en un lugar "pseudo-sagrado" donde más estupideces he escuchado. Primeramente, las mujeres no pueden entrar, pero si son guiris y pagan pueden!. La casa tenía cuatro figuras de mujeres desnudas con sus atributos sexuales exageradamente enormes y llamativos. ¿Pero cómo era posible eso?. ¿No tenían prohibido ellas el paso? Me recordaba a los camioneros o a la zapatería del viejo de mi barrio que tenía posters de tías desnudas pegados en la pared!!. Por otro lado, habían figuras masculinas que más quisieran ellos tener esos poyones!! Incluso había una con los huevos como sandías. Evidentemente yo lo entiendo como una exaltación a la sexualidad, a la reproducción. Al poder engendrar cuanto más mejor. De hecho, la mayoría de los allí presentes tenían varias mujeres. Y muchos hijos.
Una manera de poder controlar a las mujeres es de esa manera: prohibiéndoles ciertas actitudes, aptitudes y obligándolas a absurdos caprichos machistas. Por cierto, es común pegar a sus mujeres cuando a ellos les parece adecuado (por ejemplo cuando el hombre llega a casa después de una sudorosa cacería de cerdos salvajes, o de pescar, o del huerto, y no encontrar en ese momento a la mujer en casa, "palabras textuales").
A otras preguntas no me supo responder el jefe del H.T., inclinando a veces la cabeza esperando respuestas de los otros. Ya no la usan como sus ancestros sino como lugar de visita para los extranjeros. Sólo se reúnen para algún asunto importante a tratar, principalmente con los políticos locales.
La mujer no tiene "Casa de Ellas" para reunirse y comentar ciertos problemas. Han de sentarse bajo la sombra de algún árbol o palmera.
La Casa de los Hombres suele ser más baja en altura y mucho más alargada que las viviendas habituales, cuelgan flecos de hojas de palma para que no se vea el interior y tiene tablones, troncos o tira de bambú para sentarse a su alrededor. Lo preside el jefe del poblado, que suele ser el más anciano. Allí también, al igual que los Haus Tambaran suelen hacer las "Iniciaciones" a los jóvenes durante un tiempo concreto (suele ser un mes) y en ocasiones los tatúan con cortes en la piel (espalda y brazos) simbolizando a la piel del cocodrilo, que para ellos es sagrado.
Una vez concluida la visita, continuamos navegando río arriba, pasando por Kambawai, Yamananbu, Wokamas y seguimos hacia Swagup donde haríamos noche en casa de familiares de Matiew. Parece ser que sus antepasados tallaban en madera figuras de insectos y en su Haus Tambaran -que ya no existe-  habían muchas tallas por lo que se les llegó a conocer como tribu adoradora de los insectos, pero esto parece que no lo recuerdan bien ahora sus habitantes.
La entrada al poblado es preciosa, a través de un canal, sobre todo al atardecer cuando todos los árboles y palmeras se reflejan en sus relajadas aguas. Nos recibieron una jauría de chiquillos y enseguida fuimos rodeados y perseguidos por ellos. Aparecieron seguidamente sus familiares que se encargaron de ayudarnos a trasladar nuestras pertenencias a la casa donde haríamos esa noche con ellos, instalándonos en el salón que también es comedor y lugar de reunión. A un lado tenían el fogón. Un ligero paseo por el poblado, pues en seguida comenzó a llover, sirvió como primera toma de contacto con ellos.
No son gentes tan abiertas y extremadamente amistosas como suelen decir otros viajeros. Hay que ganarse su amistad, y cuesta mucho al principio, principalmente de los más pequeños que no sé que coño les cuentan que cuando ven a un "blanco" se "deshalan", además de ser los más mimados y estúpidos jamás visto. Sus gritos cuando lloran son auténtico aullidos y por supuesto, luego viene la recompensa pedida con ello... que lo cojan, que le alcance algo, chuches..., que los mimen.
Cenamos todos juntos, primero los hombres, y aproveché al final de la comida para hacer algunos juegos infantiles con los chiquillos, mientras los mayores hablaban de sus cosas y se intercambiaban buais.
El siguiente poblado fue Kageroo tras atravesar cantidad de masa forestal al borde del río e infinidad de aves que sobrevolaban nuestras cabezas como Aguilas pescadoras, Cormoranes, Periquitos y loros de todos los colores, enormes hornbill, Garzas de río... Cuanto más nos adentramos, o nos alejamos del río menos aldeas se encuentran. Y los pocos que vemos son de muy pocas viviendas. 
En este poblado de algo más de 300 habitantes -la mayoría se encuentran esparcidas entre el interior del bosque- hicimos dos noches por petición de Mathew, supongo que para ahorrarse dinero del presupuesto, pues habíamos quedado en hacer la siguiente noche en Bogabuk
La gente pasa el tiempo sin apenas hacer nada. Las mujeres hacen Saksak (Sago) para acompañar al pescado. Es su "pan" de cada día. Cortan la Palmera del Sago y luego baten el tronco a golpes para sacar todo su interior. Una vez reducido a lo mínimo lo mezclan con agua y lo cuelan, cayendo en un depósito donde se crea una espesa masa que luego, una vez concluido el trabajo, ya seco,  servirá para cocinar.
El arroz apenas se ve pues es difícil y caro comprarlo en esta parte a no ser que se aproveche el exceso de arroz que hacen los guías a los turistas, como ha estado haciendo Mathew y su hijo con las provisiones, al igual que hacía el guía Jerry y su sobrino Nion en Baliem (Papua Occidental) para compartirlo con los familiares o amigos. Y esto es algo que hay que controlar mucho, por si acaso se acabe antes de lo previsto.
Al siguiente día nos trasladamos a Bogabuki, una misión con pista de aterrizaje para avionetas, donde viven varios misioneros alemanes que estos días no se encontraban en el lugar, para observar desde un monte (había varias casas y una de ellas con una emisora de radio que utilizan los misioneros) las vistas sobre el río y la compacta masa forestal. Esa misma mañana algunos vecinos habían cazado un cerdo salvaje y se disponían a trocearlo. Pensé que nos invitarían a comer pero no fue así. Unos trocitos en un caldero con algo de caldo sirvió para que lo probáramos más tarde los cinco o seis que nos encontrábamos sentados en el interior de la "Casa de Hombres" refugiándonos de tanto calor del medio día. De todas formas tampoco fue un manjar. La dureza de la carne que constantemente he probado en estos poblados se debe a lo mal que la cocinan, pero a ellos les gusta así. Supongo que es la única manera que saben hacer.
De vuelta a Kageroo, al atardecer, paseamos entre las viviendas del interior del poblado y volvimos a subir a un montículo para ver también las vistas  sobre el impenetrable bosque tropical.
El aseo diario se hace en el río y aunque el agua transporta bastante lodo apenas quedan restos en el cuerpo, ni siquiera olores extraños.
Al día siguiente procedimos a volver a Wagu para pasar la noche, lavar la ropa sucia y preparar el siguiente destino, última parte del viaje por el alto Sepik: los poblados con los más bonitos Haus Tambaran o Casa de los Espíritus: Yamok, Palembei y Kanganaman.