Wamena es la
principal ciudad del Valle Baliem y capital del distrito Jayawijaya.
Aunque no hay mucho que hacer en ella, es la única base por la que explorar los
poblados cercanos y organizar las caminatas. Muchos hoteles, restaurantes,
bancos y otros importantes edificios están junto a la pista del aeropuerto.
Mientras que su calle principal (Jalan Trikora) no es nada atractiva, tan sólo unas cuatro o
cinco calles más hacia el interior se encuentran las casas tradicionales de madera separadas
por pequeños jardines, algunos bien cuidados, que hace cambiar esa primera
percepción que se tiene al pasear, aunque van siendo absorbidas por las nuevas construcciones debido a la continua llegada de inmigrantes indonesios. Para ver algo tradicional hay que trasladarse a las afueras, a los poblados aledaños a la ciudad.
La calle mas comercial (Jalan Irian) es la que soporta todo el mercadeo, con cantidad de tiendas y restaurantes baratos. Pero cuanto más camino
por la ciudad más me desconsuela. Es polvorienta, hay muchas obras a la mitad porque están paradas, hay muchas edificaciones nuevas y de suerte que circula poco tráfico debido a que también los vehículos tienen que ser traídos en avión.
Es en los
mercados donde se puede ver mejor el estilo de vida de los locales aunque
todos visten ropa occidental no han perdido sus viejas costumbres. Sobre todo
mascar pinang y fumar sin parar tabaco envuelto en hojas. Las mujeres
siguen transportando tanto la mercancía a vender, las que han comprado, el cerdo o
su hijo en el Noken (bolso de red de hilo natural) de toda la vida. Cada
comunidad tiene su Noken particular.
El transporte por la ciudad se
realiza aún más "enlatados" en los Taksis. Yo apenas quepo dentro. Cuesta
4.000Rp. el recorrido por la ciudad, 10.000Rp. el Ojek y entre 3.000 y
5.000Rp. (por persona) el Becak . Las Terminales
importantes se encuentran en los extremos de la urbe, junto a los
mercados tradicionales: Jibama, para ir hacia el N y N.E.; Misi,
para ir al S..
Si sus habitantes es ya un paralelismo entre indonesios y papues en los mercados, tirados
por los suelos vendiendo verduras y hortalizas, se encuentran sólo nativos. La
pobreza es evidente en muchos por la ropa tan deteriorada y sucia que visten.
Los indonesios están dentro de las tienditas, mayoritariamente mini-mercados.
Parecen los "chinos invasores" modernos en "un país" que no es el suyo.
De vez en cuando
aparece algún viejillo desnudo con koteka que se pierde entre la
muchedumbre. Ya no se viste así desde hace muchos años. Y cada vez menos. Son
éstos los últimos resquicios de nativos que se niegan a cambiar sus hábitos. En
su momento el gobierno mediante la "Operación Koteka"
convenció a los habitantes del centro del país que vestir así va en contra del Corán,
y comenzó a regalar ropa a los paisanos. Si embargo hay muchos que por rebeldía continúan
desnudos y otros pocos para ganarse la vida dejándose fotografiar de esta manera por
los turistas.
Hoy día los
jóvenes se han abrazado tan firmemente a lo moderno -trabándose de igual manera con
los teléfonos móviles como los occidentales, constantemente pegados a los sms
gratuitos y a los videojuegos de guerra o de fútbol en las salas de Internet- que las antiguas formas morirán en pocos años.
Ahora me estoy
quedando en el hotel Nayak, a pocos metros del aeropuerto, es de los más baratos (250.000Rp.) y mejor de Wamena, tras visitar otros y
comparar precio-habitabilidad. Es cómodo, incluye desayuno buffet de pan de molde,
queque o empanadilla, mermelada, mantequilla, crema de cacao, café o té. Agua toda la que quiera.
El agua embotellada en impagable en las tiendas por lo que aprovecho para llenar mis botellas en el hotel cada vez que se me vacía. Es agua filtrada, la misma que se bebe (gratis) en los Rumah Makan y puestos callejeros.
El agua embotellada en impagable en las tiendas por lo que aprovecho para llenar mis botellas en el hotel cada vez que se me vacía. Es agua filtrada, la misma que se bebe (gratis) en los Rumah Makan y puestos callejeros.
Comer es un poco
más caro, pero no mucho. Los puestos mantienen el mismo precio porque suelen
ser productos de la tierra. Todo lo que tenga pollo o pescado es más caro. Los
supermercados doblan el precio de los de Jayapura.
Estos días estoy a realizando alguna visitas a los poblados de los alrededores y dentro de poco emprenderé la caminata de varias semanas que quiero realizar por y las afueras del Valle
Baliem junto a un guía local y un porteador que cargará tanto la comida para los tres como parte de mi mochila, pues los
caminos son bastante dificultosos de seguir y poco transitados. Ya hemos acordado el precio que van a cobrar por día: 400.000Rp. el guía y 100.000Rp. el porteador.
Un más que anecdótico
paseo ha sido visitar las aguas saladas en los montes de Jiwika. El día anterior
había intentado ir pero en la Terminal Jibama donde salen los Taksis hacia el NE estaban todos vacíos, sin nadie siquiera esperando.
Preguntando me dijeron que saldría pero no sabían cuándo. Todo dependía de que
se llenase. Enseguida me ofrecieron uno "Charter", es decir,
pagándolo completo para que me llevase a mi sólo. Lo que hice fue esperar
varias horas paseando por su mercado, que tiene gran movimiento, observando
principalmente cómo comercia la gente del valle que viene a vender aquí sus
productos.
Desde verduras hasta noken (bolsos tradicionales de carga hecho de hilo de fibra), productos chinos, de alimentación, ropa, calzado... Aquí muchos se surten de lo más imprescindible para llevar a casa. Varios viejillos paseando con su koteka "colgando" o señoras muy mayores cargando uno o dos noken con bastantes kilos, con la fuerza de su cuello y colgado de su frente, con diversos productos -incluso niños pequeños- . Es la manera que siempre han transportados estos bolsos. A muchas mujeres le falta pelos en esta parte de la cabeza por este motivo.
Tras una hora en Taksi y otra hora de subida los casi 300mts. a través de un muy variado bosque se llega a la fuente de la sal donde los nativos se las arreglan para de una antigua manera muy artesanal extraer con hojas de plataneras secas la sal para sus alimentos. Éstas son introducidas en el agua de una charca durante dos horas, empapándose de tal manera que se puede incluso comer. El agua llega de un riachuelo y se filtra a través de un terreno riquísimo en sales minerales. Luego se vuelven a secar y se queman, aprovechándose las cenizas como aditivo salino.
Desde verduras hasta noken (bolsos tradicionales de carga hecho de hilo de fibra), productos chinos, de alimentación, ropa, calzado... Aquí muchos se surten de lo más imprescindible para llevar a casa. Varios viejillos paseando con su koteka "colgando" o señoras muy mayores cargando uno o dos noken con bastantes kilos, con la fuerza de su cuello y colgado de su frente, con diversos productos -incluso niños pequeños- . Es la manera que siempre han transportados estos bolsos. A muchas mujeres le falta pelos en esta parte de la cabeza por este motivo.
Tras una hora en Taksi y otra hora de subida los casi 300mts. a través de un muy variado bosque se llega a la fuente de la sal donde los nativos se las arreglan para de una antigua manera muy artesanal extraer con hojas de plataneras secas la sal para sus alimentos. Éstas son introducidas en el agua de una charca durante dos horas, empapándose de tal manera que se puede incluso comer. El agua llega de un riachuelo y se filtra a través de un terreno riquísimo en sales minerales. Luego se vuelven a secar y se queman, aprovechándose las cenizas como aditivo salino.
Bajo esta colina, en el poblado
tradicional dani (la tribu mayoritaria en esta parte) de Supaima perteneciente al clan Dungun, se
encuentra la momia Wimontok Mabel, un
importante guerrero con más de 280 años reconocido
como el segundo de los más valientes. Su cuerpo
está en la parte alta de la choza, donde se acumula el humo del fuego diario y así,
ahumado, es como se ha conservado tantos años. Como otros, que se encuentran repartidos por el valle, aunque algunos ya se han roto. Éstos, cuando mueren son momificados para inmortalizar su poder y su historia.
Tras presentarme al Kepala Mumi (jefe de momia) y pagar un derecho para poderlo ver fuera de su choza, éste sacó un pequeño cuerpo encogido, pellejudo, negro, con un la boca abierta mirando al cielo y las órbitas de los ojos vacía, que portaba una fina red cubriendo su cráneo, un Kalung (collar de cuero con algunos couries) y su koteka bien posicionado. Una espantosa figura que bien merecía ser observada detenidamente y luego fotografiada. Está dentro de un grupo de casitas tradicionales rectangulares donde viven las mujeres y redonda (honai) los hombres, muy bien cuidado para ser exhibido a los turistas. Cuesta entre 50.000Rp. (lo que tuve que pagar, tras discutir el precio, para poderla ver y fotografiar) y 70.000Rp. para "los japoneses". Supuestamente el dinero se destina para ofrendar a los espíritus de la momia quienes despreocupadamemente permitirían sacar al exterior del honai al personaje en cuestión. Rondando estaban varias mujeres mayores con faldas de tela y pechos al aire. Evidentemente pedían una "cuota" por la sesión fotográfica. Algunos hombres con koteka miraban desde el interior de sus honais hasta que decidieron salir a probar suerte conmigo, por si así me decidía tomar algunas fotos.
Tras presentarme al Kepala Mumi (jefe de momia) y pagar un derecho para poderlo ver fuera de su choza, éste sacó un pequeño cuerpo encogido, pellejudo, negro, con un la boca abierta mirando al cielo y las órbitas de los ojos vacía, que portaba una fina red cubriendo su cráneo, un Kalung (collar de cuero con algunos couries) y su koteka bien posicionado. Una espantosa figura que bien merecía ser observada detenidamente y luego fotografiada. Está dentro de un grupo de casitas tradicionales rectangulares donde viven las mujeres y redonda (honai) los hombres, muy bien cuidado para ser exhibido a los turistas. Cuesta entre 50.000Rp. (lo que tuve que pagar, tras discutir el precio, para poderla ver y fotografiar) y 70.000Rp. para "los japoneses". Supuestamente el dinero se destina para ofrendar a los espíritus de la momia quienes despreocupadamemente permitirían sacar al exterior del honai al personaje en cuestión. Rondando estaban varias mujeres mayores con faldas de tela y pechos al aire. Evidentemente pedían una "cuota" por la sesión fotográfica. Algunos hombres con koteka miraban desde el interior de sus honais hasta que decidieron salir a probar suerte conmigo, por si así me decidía tomar algunas fotos.
Es un circo
turístico. Sus habitantes una vez ven a los turistas se desprenden de su ropa y visten más "fresquitos" para el show fotográfico que cobran a 5.000Rp. por
personaje. Me sorprendió porque no me lo esperaba tal cual. Tan sólo pretendía
ver una momia, algo difícil de encontrar hoy por hoy fuera de cualquier museo, y me topé con todo eso.
Incluso he dudado,
de cerca, de la autenticidad. Tocándola no me pareció tan natural. Parece una
escultura vieja de madera podrida. Evidentemente tomé robadas algunas fotos del
entorno para no pagar ese pasteleo. Si se paga bien, el poblado realiza una espectáculo tradicional con baile y asadero de cerdo con piedras ardientes en un agujero en el suelo (babi bakar). Suelen encargarlo frecuentemente los grupos turísticos que llegan hasta aquí.
Comprendo que algunos aspectos tradicionales de la cultura Dani sean aún mantenidos en orden a hacer dinero con el turismo, como podría ser este caso, pero tampoco hay que reventar "a la gallina". Me sentí en ese momento comercializado, un hecho que no me sucedía ni siquiera por los mercados de Wamena. Ni en otra parte de Papua.
Por otro lado, puedo comprender que todavía los papuos sean extremadamente amables con los visitantes para lo rápido que está desapareciendo su cultura ante tanta presión turística, los avances y los rápidos cambios, que es muy diferente para nuestra manera de entender.
No se cuantas veces al día doy la mano para recibir el saludo de los nativos, todos Danis, y alguno Yali, y espero dar muchísimas más durante mi caminata por los pueblos del valle.
Todo se verá.
Comprendo que algunos aspectos tradicionales de la cultura Dani sean aún mantenidos en orden a hacer dinero con el turismo, como podría ser este caso, pero tampoco hay que reventar "a la gallina". Me sentí en ese momento comercializado, un hecho que no me sucedía ni siquiera por los mercados de Wamena. Ni en otra parte de Papua.
Por otro lado, puedo comprender que todavía los papuos sean extremadamente amables con los visitantes para lo rápido que está desapareciendo su cultura ante tanta presión turística, los avances y los rápidos cambios, que es muy diferente para nuestra manera de entender.
No se cuantas veces al día doy la mano para recibir el saludo de los nativos, todos Danis, y alguno Yali, y espero dar muchísimas más durante mi caminata por los pueblos del valle.
Todo se verá.