A las siete de la mañana una
pequeña canoa se acercaba lentamente hacia nuestra orilla. Era la que nos iba a
cruzar al otro lado del lago. Hacía un poco de frío y amenazaba lluvia. Las
nubes estaban más bajas que el día anterior y cubrían la mitad alta de los
montes. Tras desayunar nuevamente fideos y tomar unos tes ya estábamos
preparados con las mochilas bien cerradas para nuestra próxima aventura:
subirnos a la estrecha canoa sin resbalar y caer al agua. No ocurrió nada.
Mientras avanzábamos lentamente
a ritmo de dos paleos, los del nativo y Jaffet,
las vistas de 360° llegaban a impresionar: al fondo las montañas cubiertas por
un mar de nubes que avanzaban con la fuerza de la brisa y bajo ellas un pequeño
poblado de casitas de madera.
Al llegar a la orilla de Sururei comenzó a chispear. Subimos por el derruido pantalán y nos dirigimos primeramente a localizar al Kepala Desa para realizar las presentaciones oportunas. Y nuevamente nos dicen que éste también se encuentra enManokwari. Vaya casualidad.
Al llegar a la orilla de Sururei comenzó a chispear. Subimos por el derruido pantalán y nos dirigimos primeramente a localizar al Kepala Desa para realizar las presentaciones oportunas. Y nuevamente nos dicen que éste también se encuentra enManokwari. Vaya casualidad.
Andábamos buscando donde
alojarnos cuando el agua que caía llegó a calarnos lo suficiente como para que
se nos mojara las mochilas y los sacos de dormir. Tras observar ambos extremos
del poblado, decidimos alojarnos lejos de las dos iglesias -de la Sociedad Bíblica- pues están
realizando arreglos de su entorno martilleando continuamente. Un sonido que no
me apetecía nada oír, ya que una de las razones de venir aquí es también por su
tranquilidad.
Nos ofrecieron la casa que
utiliza el doctor del pueblo, que está vacía, por 40.000Rp. la
noche hasta que vuelva nuevamente a desarrollar su trabajo. Disponemos de
electricidad por panel solar, toda el agua que queramos pues viene directamente
de la montaña, y todos los utensilios de cocina. Varias habitaciones con
colchones en el suelo completa las fabulosas comodidades. Hubiera preferido una
tradicional, pero era lo que había en ese momento.
Sururei fue
el primer poblado que se formó a orillas del lago
Anggi. Aún quedan bastantes casas tradicionales pero los tejados de rafia
ya han sido sustituidos por las chapas corrugadas. Aquí aterrizó en hidroavión
el primer misionero en pisar las montañas
Arfak el 5 de noviembre de
1955, Mr. Lenov y su mujer Bárbara, ambos alemanes y luego
el americano Mr. Henry Bock.
Tras pasar algunos años
aprendiendo Sougb consiguió en muy poco tiempo
evangelizar a sus habitantes. Estos le deben la paz con la que ahora viven. Hoy
día 12 poblados se asientan alrededor de los lagos, hablan tres dialectos: elArfak,
el Meyah y el Hatam.
Cuentan que una vez instalados
en el lago los habitantes de las montañas
Arfak, debido a la cantidad
de enormes árboles que dominaban las montañas, comenzaron a talarlos ante
la necesidad de más madera para hacer las enormes casas en las que vivían y
conseguir también leña para calentarse y para cocinar. El hecho es que ahora
está toda la zona completamente desforestada y da mucha pena ver como están quedando
las laderas que llegan hasta los lagos. Para conseguir la madera adecuada hacen
quemas por sectores para que se seque más rápido. También se ha construido una
carretera que pasa por su entorno y llega a atravesar muchas de sus montañas.
Algo que siempre habían demandado los vecinos de los kampung, que querían tener
cómodo acceso, al igual que los militares para controlar mucho mejor a esta
población que en varias ocasiones se han levantado en contra del gobierno
central exigiendo ser una región políticamente independiente. Este adelanto
técnico está haciendo perder lo natural del entorno, y hay que adentrarse mucho
en los montes para observar la fauna local en su estado más natural.
Allí mismo nos enteramos que el
lunes día 5 se celebraría el 57 aniversario de la llegada de los misioneros y
por eso se estaba acondicionando todo el poblado, para realizar la gran reunión
anual. Vendrían muchos vecinos de los diferentes kampung (poblados) que rodea el lago.
Bailes tradicionales como el Lani Lanynara o "baile de la Serpiente ", en la
que participan todos los vecinos agarrados de brazos y realizando movimientos
parecidos a los del reptil. Habría diversas actividades y se haría una gran
comida para todos.
Me ha parecido que sería una
buena oportunidad para poder ver una gran celebración. A Jaffet no le ha importado quedarse
algunos días más. Los va a cobrar igualmente. Hablamos con el encargado de la
casa y al explicarle que traíamos dinero y comida para sólo cuatro días, el
quedarnos una semana nos sería imposible por lo que sin dudarlo nos dejó estar
en la casa por 40.000Rp.
la noche y a parte nos trajo batatas dulces y zanahorias de su huerto para que
tuviéramos algo más de comida.
Estamos casi a 20° al sol y unos
18° a la sombra, pero al anochecer la temperatura llega a bajar hasta los 15°,
o menos. Para Jaffet es muy baja y está constantemente
estornudando.
Durante toda esta semana hemos
estado principalmente paseando por el poblado ya que los primeros días de
estancia ha estado lloviendo y no era plan de salir a caminar por los montes.
Sin embargo, durante los siguientes días hemos hecho caminatas de prácticamente
todo el día a través de los pequeños bosques que aun se encuentran rodeando
diversos poblados, hemos alcanzado hasta casi los 2.800mt. y hemos terminado
embarrados hasta los tobillos debido a los diferentes tipos de terrenos que
hemos pateado.
Aquí la gente es tan amable que
da gusto estar entre ellos. Aunque me falta mucho por aprender el Bahasa
Indonesia elemental, poco a poco voy diciendo frases sueltas que me ayuda a
interactuar mejor con los paisanos. Se alegran mucho que sea tan atento con
ellos ya que los pocos turistas que se han acercado hasta aquí en otras
ocasiones, principalmente en busca de unas profundas cuevas, diferentes
especies de aves y las exclusivas mariposas de los montes de Arfak, ninguno haya entablado
tanta amistad como nosotros, y esto ha ayudado mucho a ser tan bien aceptado
por esta comunidad.
Cada dos días se acercan hasta
estos poblados varias motos-supermercado. Una moto con cajas a los lados
cargadas de lo más necesario para la cocina. Desde aceite, azúcar, sal,
galletas, café, té, fideos, arroz, cuberterías, cacharros, juguetes, fósforos,
velas, jabón, detergente... y así un sin fin de productos. Muchos al oírlos
salen a esperarlos en busca de provisiones. Todos dependen de lo que plantan
ellos mismos para su subsistencia diaria: papas, batatas, zanahorias, cebollas,
lechugas, -en algunos kampung plantan arroz y bananas-, pepinos... y lo que le
sobra lo llevan al mercado de Manokwari para
sacar algún dinero para comprar otras cosas de primera necesidad, como
queroseno para las cocinillas o paneles solares.
La mayor actividad se produce
durante las mañanas, entre las 6 y las 8, cuando los niños entran a la escuela,
que se encuentra justo delante de nuestra casa, o los mayores se dirigen a sus
fincas particulares a trabajarla, y al atardecer cuando muchos se concentraban
en la explanada frente a las iglesias para ensayar los bailes que iban a
dedicar a las autoridades locales y algunos misioneros, que según decían
llegarían expresamente para la ocasión.
Aquí habrá alrededor de 60 casas
y 300 habitantes, que a las 8 de la noche -oscurece a las 6:30- ya están todos
en sus casas recogidos para cenar y acostarse.
En uno de los pateos hemos
remontado una de las partes más altas de esta zona, a través de un sendero que
llega a varios poblados, a un día de caminata. Llegamos hasta el kampung Disi, una aldea de unas 30 viviendas y
poco más de 100 habitantes, que se encuentra a medio día de pateo desde Sururei.
Algo más allá se encuentran kampung Menesrij, kampung
Duhnbea, kampung Sibjo y kampung Gorup. Cuando llegábamos parte de ellos
salían en dirección Sururei para celebrar los actos religiosos
previstos, por lo que aprovechamos y nos unimos a su grupo para regresar por
otros caminos que desconocíamos. Como tienen familia en el poblado todos se
quedarán en sus casas. Así sucederá con el resto de los 12 poblados de los
lagos Anggi, esperándose
que hasta aquí lleguen cientos y cientos de personas.
La última tarde antes del día
especial, gente de otros kampungs se unirían para ensayar entre todos las
danzas. Al comenzar a anochecer se retiraban a sus casas. Pero la noche del
sábado fue diferente. Para nuestra sorpresa, después de cenar, y cuando nos
disponíamos a ir a dormir, un extraño sonido nos llegaba desde el kampung kopo.Un montón de
antorchas avanzaba en la oscuridad mientras se oían los cánticos de la gente,
dirigiéndose por la carretera hacia nosotros. Casi todos los vecinos se habían
desplazado a aquel poblado para realizar la marcha -como si de la Rama de Agaete se tratara-
entre bailes y cánticos mientras saltaban o corrían. Fuimos a recibirlos a la
entrada. Casi un centenar de antorchas y ramas de árboles eran portados por el
enorme grupo de exaltados, atravesaron el pueblo y continuaron circunvalándolo
para llegar al final hasta la iglesia vieja donde entraron, los que cabían,
para seguir cantando y más tarde realizar un corta misa de agradecimiento. El
sacerdote dirigió unas palabras refiriéndose a lo que estaba sucediendo todos
estos días y un rezo despidió a los feligreses, que continuaron la marcha
nuevamente para ya irse quedando cada uno en sus casas al pasar por ellas.
El domingo se dedicó a la misa
semanal. A las 6 de la mañana se comenzaba a oír los primeros toques de
campanas, que aquí se trata, como en muchísimos poblados de Papua, de la mitad de un
casquete hueco de misil de la II °
guerra mundial, de tantos que han quedado abandonados tras las feroces luchas
entre americanos y japoneses. El sonido es tan estridente que llega a oírse
hasta el otro lado del lago.
Los vecinos iban acercándose a
la explanada de la iglesia muy poco a poco. La mayoría de ellos bien vestidos y
limpios. Hasta las 9 no daría comienzo. Entonces ¿por qué esa llamada tan
temprana? Me comentaron que lo hacen para que tengan tiempo de darse una ducha
e ir bien aseados a escuchar la "Palabra".
En la puerta esperaban el
sacerdote oficiante y algunos misioneros locales quienes se acercaron a
saludarme e intentar entablar las conversaciones habituales de presentación:
" "de donde vengo, cuantos familiares tengo, cuantos hijos
tengo...". Todos muy amables. Soy el único extranjero en el kampung y eso
es una novedad.
Las mujeres accedieron primero y
se situaron a la derecha, luego los hombres a la izquierda, y quienes entraban
algo más tarde se entremezclaban entre los dos lados.
La misa comenzaba con el
reiterado canto de los feligreses, a dos voces, y que he estado oyendo estos
días mientras ensayaban cantos y bailes para el lunes. Duró dos horas, hablado
en Sougb. A la salida los
religiosos esperaban alineados para dar la mano a todos los asistentes.
Cuando me preguntaban
constantemente por mi religión, ya podía imaginar lo que me iba a deparar:
acompañarlos el domingo, principalmente como agradecimiento a su hospitalidad,
y también para caer bien, pues el decir que no se tiene fe no es normal en
estos lugares. Ya me pasó algo parecido cuando visitaba, hace algunos años
atrás, ciertas islas del Pacífico.
Sin embargo, tras la misa, aquí
nadie hace nada diferente. Ni siquiera reunirse toda la familia. Y menos pasear
juntos. Ni un almuerzo diferente o especial. Simplemente se retiran a sus casas
y no hacen absolutamente nada. Algo que me extrañó bastante.
Esa tarde fue algo lluviosa, lo
que impidió que los vecinos acudieran a realizar el último ensayo. Tan sólo
trabajaban terminando de cortar el césped, que lo llevan haciendo desde hace
varios días y pintando las barandas de madera de rodea las dos iglesias. Ambas pertenecen
a la misma congregación, una es la primera que se construyó y se les ha hecho
pequeña. La nueva es más moderna y más amplia.
Trajeron dos enormes cerdos
atados de patas a un tronco de madera, un cajón lleno de pollos vivos, sacos de
arroz, fideos, agua, sacos de batatas, bananas... para empezar a
prepararlos. Al principio creía que iban a matar a los cochinos de la
manera tradicional, con arco y una flecha que según la tradición ha de
atravesar el corazón. Pero lástima, no ocurrió así. Allí mismo los mataron
a palazos de manera bestial pues no atinaban a darles el certero golpe en la
cabeza. Los pasaron por un fuego para quemarles los pelos, los abrieron y
partieron en trozos para hacer un guiso. Varios vecinos serían los encargados
de prepararlo para el día siguiente. Ejemplo claro de la pérdida
inequívoca de las tradiciones ancestrales. Si la carne sale dura sabré a que es
debido!!.
Ya al atardecer se oían a las
mujeres cantando en alguna de las casas adyacentes a la nuestra. Seguían
ensayando al no poder acercarse a la explanada debido a que la lluvia
continuaba y había descendido algunos grados más la temperatura.
La mañana del lunes sería el
gran día. La celebración del 57° aniversario de la llegada de los misioneros a
esta zona tan perdida del país. Desde muy temprano se oía a través del altavoz
de la torre la llamada a participar a todo el pueblo. Se iban acercando desde
todos los lados los vecinos ataviados con sus vestimentas: ellos con un
taparrabo de lino rojo, collares, diversos adornos, y en la cabeza una tira de
rafia trenzada portando diversas plumas de aves locales o flores. Algunos hasta
con un enorme pájaro disecado. Otros portaban arco y flechas o machetes. Las
mujeres vestían un largo pareo de colores, diversos collares y pulseras y la
tira de rafia trenzada con plumas o flores en la cabeza. Una estampa bastante
llamativa.
Pero volvió a aparecer la ligera
lluvia del día anterior. Esto no impidió que todos, vestidos con sus trajes
típicos bailaran y cantaran esperando la llegada de la delegación política y
militar de esta región. Todos esperaban impacientemente pues estaban contentos
de bailar para tanta gente importante, que con un poco de suerte pueden recibir
algún dinero para invertirlo en mejoras del pueblo.
Aquí hay dos iglesias pertenecientes a la misma congregación -Sociedad Bíblica-, una escuela, una oficina de comunicaciones con conexión vía satélite con internet pero que esta cerrada, una casa que sirve de sala de consulta y ambulatorio -la nuestra-, una oficina de distrito y varias casas que hacen de bazar (toko). Una enorme torreta con un altavoz es el medio de comunicación de las autoridades para informar de los acontecimientos a todo el kampung.
Aquí hay dos iglesias pertenecientes a la misma congregación -Sociedad Bíblica-, una escuela, una oficina de comunicaciones con conexión vía satélite con internet pero que esta cerrada, una casa que sirve de sala de consulta y ambulatorio -la nuestra-, una oficina de distrito y varias casas que hacen de bazar (toko). Una enorme torreta con un altavoz es el medio de comunicación de las autoridades para informar de los acontecimientos a todo el kampung.
La llegada de los políticos fue
sin duda espectacular debido a la cantidad de militares desplegados en la zona,
armados con fusiles de asalto, una decena de rancheras cargadas de gente, y la
comitiva que era saludada con disparos al aire. Supongo que de fogueo. Se les
recibió con cantos y bailes mientras iban dirigiéndose a la iglesia para
ofrecerles una misa y las charlas correspondiente. Duraría cerca de 4 horas.
Mientras los vecinos de todas las aldeas pudieron disfrutar del almuerzo
multitudinario. Luego se fueron a cambiar y volvieron bastante más tapaditos
debido a que la temperatura continuaba descendiendo. Las nubes estaban muy
bajas y se preveía una noche algo más fría que las anteriores. No había bebidas
alcohólicas, evidentemente.
Una vez concluido el evento y
tras abandonar la comitiva el kampung, la gente se relajó mucho más, seguían
comiendo y comenzaban nuevamente a bailar. Duraría hasta las 4 de la mañana,
sin parar, con una temperatura que podría rondar entre 5° y 7°, participando
todos desde los más pequeños hasta los más mayores, dentro de sus
posibilidades. Todos felices de poder celebrar su ceremonia anual.
Y por este motivo fue mi cambio
de planes. Para quedarme a disfrutar "inesperadamente" de la vida en
un poblado de montaña de Papua.
La vuelta a Manokwari fue más rápida de lo esperado.
Creíamos que tendríamos que esperar hasta el medio día para conseguir vehículo
de vuelta, pero a las 9 ya teníamos frente a la casa una ranchera con algunos
vecinos y varios miliares que regresaban a sus bases en la montaña.
La carretera que tomamos
atravesaba las montañas Arfak hasta Mokwan, un interesante entorno
para disfrutar de la fauna local. Tardamos cinco horas y media, entre infinidad
de curvas, en llegar a la capital donde igualmente me instalé en el hotel Wisma Jati para preparar mi siguiente
destino: la Isla Biak y sus alrededores.
Unos pocos días esperando la
llegada del barco me ha permitido visitar algunas playas, entre ellas la de la
aldea Abasi donde ahora reside Jaffet. En colaboración con los
más jóvenes ha arreglado el entorno para que los vecinos de la ciudad puedan
aparcar sus coches frente a la playa para así ganarse unas rupias, al igual que
los residentes que venden algo de comida o bajan los cocos de las palmeras para
venderlos a los sedientos bañistas y visitantes.
Las playas, de espléndida arena coralina, son relativamente pequeñas pero
las mejores posicionadas disponen de zonas de recreo con mesas de piedra,
casetas de madera para protegerse del sol y gomas hinchables para introducirse
en el agua con seguridad. Los fines de semanas se llenan de gente que se baña
mayoritariamente vestidos. La religión los sigue persuadiendo que el cuerpo
humano es lo más deshonroso que se pueda enseñar a nadie. El respeto entre
todos es absoluto.
Los puestos ambulantes dan de comer y beber por precios irrisorios. Son muy pocos los que se traen la comilona de casa.
Los puestos ambulantes dan de comer y beber por precios irrisorios. Son muy pocos los que se traen la comilona de casa.