A las 9 estábamos
navegando hacia las islas Padaidos
en una canoa de pescadores (Perahu
Jonhson) de 15mt., propulsado por un motor Johnson fuera-borda de 40hp,
doble estabilizadores a cada lado, una pequeña cabina de madera para resguardar
del sol y del agua, bastante cómoda, para realizar la primera inmersión.
Casi dos horas y media
bajo un cielo muy nublado y con un poco de viento llegamos, tras pasar por mas
de una decena de pequeñas islas con algunas casitas de madera que componen
comunidades aisladas de pescadores, a la isla inhabitada Pakreki que
tiene unos altos cortes en uno de sus lados con una profundidad de algo más de
40mt.. Nosotros decidimos bajar hasta los 32mt. para observar la infinidad de
vida minúscula que se mueve entre sus hermosos corales vivos. Aquí la
corriente es moderada, lo que proporciona nutrientes para los miles de peces y
corales del área y la variedad de vida marina puede ser sorprendente si se mira
fijamente. En algunas zonas se puede disfrutar de enormes bancos de peces de
infinidad de colores.
La otra inmersión la
hicimos en Rasi, otra isla inhabitada donde se encuentra un
pequeño barco japonés hundido durante la guerra por los aliados donde destacan
los corales que han crecido en su casco y la enorme cantidad de peces que
viven a su alrededor, principalmente los peligrosos Pez Piedra y Pez Escorpión,
el Pez Payaso,
varias escuelas de minúsculos peces, bandadas de Barracudas....
Una vez consumidas todas las botellas de
aire nos dirigimos hacia Yapen, "la Isla de los Jardines de
Corales" y las Aves del Paraíso, en casi tres horas de navegación,
incluida varias paradas para recoger los peces delfines capturados en cada
lance que hacíamos con un sedal de diez anzuelos. En cuatro lances, y lo
tuvimos que dejar ahí por que apenas avanzábamos, se recogieron 18 piezas de
buen tamaño. Ya teníamos que cenar esa misma noche.
Nuestro destino sería el kampung
Aisau, en el extremo E. de la isla. Allí hicimos
noche e intentamos localizar a algún vecino que nos quisiera mostrar el lugar
que ellos conocen donde habitan las aves y nos lo pudieran mostrar. La llegada
a la playa fue casi como de película: en la desembocadura de un pequeño río al
que hay que alcanzar pasando entre algunas pequeñas rompientes -el mar estaba
en calma- y llegar a la orilla donde se encuentran varadas otras canoas de
pescadores entre cocoteros y una inmensa masa arbórea que lo cubre todo hasta
la misma orilla. Detrás del frondoso verde aparece la estampa de pequeñas casas
de madera y techo ondulado de metal elevadas sobre estacas de madera de más de
un metro de altura que asegura que ante una subida grande de marea, el agua
nunca llegue a inundar las viviendas. Una vez descendido de la embarcación
fuimos a hablar con el Kepala Desa del poblado para que nos
permitiera dormir en alguna choza, si la hubiera disponible. De suerte que a
una de las casas le estaban arreglado el suelo con cemento y tenía una
habitación vacía para podernos quedar todos en ella. Rápidamente los vecinos
sacaron una larga esterilla, varias mantas, almohadas, algunos vasos de cristal
para beber y encendieron un motor electrógeno para que hubiera luz en la
habitación. En una cocina comunal, bajo un techo de bambú, tenían un gran
caldero donde calentaban agua para realizar las comidas del día.
Mientras preparaban agua
caliente para nuestra cena intentamos localizar a alguien del poblado que
conociera algo sobre ornitología, pero no lo conseguimos. Así que fuimos al
interior de la jungla en busca de vida entre la masa arbórea que compone
esta parte de la isla, donde creíamos que se podrían congregar ciertas aves al
atardecer. Uno de los miembros de la embarcación recordaba el lugar en el que
la última vez que visitó el poblado (casi 10 años atrás) había accedido con
otros turistas y un guía local. Tras atravesar unos senderos poco marcados
llegamos hasta la base de unos árboles donde podíamos apreciar el canto de
diferentes tipos de aves: algunas cacatúas, palomas coronadas... pero no
del Cenderawish o Aves del Paraíso, que tras
observar minuciosamente no pudimos localizar. Se acababa la luz del día y poco
más pudimos ver, además oír la cantidad de cantos que procedían del interior,
que de momento no ha sido tocada por la mano del hombre. Todo lo contrario
sucede con la zona adyacente a las aldeas cerca de la costa.
De vuelta al pueblo nos
aseguraron que el guía se presentaría antes del amanecer para llevarme al lugar
donde suelen concentrarse para realizar sus espectaculares despliegues de
movimientos para llamar la atención de las hembras a primera hora de la mañana.
Pero amaneció y nadie se
presentó en la casa. Nadie dijo nada. Nadie reconoció la mentira. Es muy normal
que la gente prometa cosas que luego ni las cumplen ni son verdad. Y siguen
siendo muy impuntuales con los horarios establecidos. Hay que preguntar infinidad
de veces para tener una respuesta casi segura de lo que se necesita saber. Y
casi siempre con tres o cuatros respuestas diferentes a la vez!!. Cuál será la
verdadera?. Hay que comprobarlo en el momento que suceda. Y a veces ninguna de
las respuesta es la cierta. Ya me ha pasado en muchos otros países que he
visitado, principalmente de África. La gente es, por lo
general, reacia a no dar ninguna respuesta ante mis preguntas. Suelen responder
lo que sea!!, sin valorar el resultado que puede acarrear esas acciones.
La cuestión es que me
quedé sin ver algo que le había dado mucha importancia en este viaje: observar Aves
del Paraíso en
plena acción. Y es esta isla una de las más interesantes en concentración de
aves. Tendré que intentarlo nuevamente en otro lugar. La isla
Yapen, es conocida precisamente por quedar ejemplares que no han sido
aniquilados por los comerciantes ni por los locales, que antaño las cazaban
para coger sus hermosas plumas como adornos para sus vestimentas. Europa fue siempre
el principal destino de estas plumas.
A medio día continuamos
con la embarcación hasta Sawewa -o
algo así- para esperar por un Taksi que me llevase
hasta Serui, la capital. Un grupo de vecinos esperaban igualmente
que pasara el vehículo para subirse. Algunos venían de las aldeas cercanas que
no tienen carretera, por lo que también llegaron en barcas. Un joven que había
traído a alguien para que continuara de vuelta a su poblado se ofreció llevarme
por 600.000Rp., una exagerada cantidad a la que ni hice caso. Como sabía que yo
tenía tiempo de sobra para esperar por transporte público, que es económico, me
volvió a preguntar pero esa vez diciendo que venía la lluvia, cierto era, y si
estaba dispuesto a pagar 100.000Rp. por llevarme.
Viendo la lluvia acercarse amenazante preferí pagar esa cantidad -más del doble
que el trayecto compartido-, por no mojarme entre toda esa gente que estaríamos
algo más de tres horas metidos dentro de la caja trasera de la furgoneta-taxi
subiendo y bajando montes. Si embargo mi viaje se tradujo tan sólo en una hora
de recorrido en cómodo coche con climatización a través de los más hermosos y tupidos bosques tropicales cargados de asombrosa y deslumbrante flora que jamás haya visto antes.
Yapen es una isla alargada y estrecha, con un interior
muy montañoso, con mantos de vegetación de múltiples matices que se funde con
las casi turquesas aguas de su costa. Ofrece transparentes aguas con excelentes
calas y playas coralinas excelentes para el submarinismo o nadar con
gafas y tubo. Curiosos poblados de casitas sobre estacas de maderas se
encuentran en muchas pequeñas bahías prácticamente alrededor de la isla.
Tras preguntar en algunos hoteles y rechazarlos por los altos precios el joven me llevó a un hotel que sabía que era bastante asequible y que se encontraba ubicado entre calles trasversales ligeramente apartado del centro. Y acertó con mis gustos.
Tras preguntar en algunos hoteles y rechazarlos por los altos precios el joven me llevó a un hotel que sabía que era bastante asequible y que se encontraba ubicado entre calles trasversales ligeramente apartado del centro. Y acertó con mis gustos.
Me quedo en Serui,
la capital, en el hotel
Merdeka (100.000Rp/baño
compartido), bajo una colina con una densa vegetación que llega
hasta el mar, entre el muelle-mercado-Terminal de Taksis y la policía-compañía
naviera Pelni-aeropuerto.
Es decir, en el centro de la movida diaria.