Y llegué como me habían advertido al comprar los billetes “dos horas antes”, pero no había venido aún ni seguridad ni personal del aeropuerto. Nuevamente he hecho el primo en el país de los impuntuales. Tras facturar pasé el control de metales sin control alguno, por cierto, y esperé en la sala contigua leyendo mis notas de viaje. Una hora más tarde comenzaban a llegar algunos pasajeros, y se sentaba un tipo a controlar a esos pocos que viajarían conmigo. Pero no miraba ni al monitor sino a su teléfono móvil, aunque lo más indignante de todo fue que el vuelo arribó con una hora de retraso, esa maldita hora que perdí dos días antes para poder viajar hacia Alotau y luego a Kiriwina.
Treinta y cinco minutos de vuelo más tarde, y tras sobrevolar algunos atolones coralinos y pequeñísimas islas esparcidos como restos de un naufragio alrededor de un mar de profundo color turquesa, unas cubiertas de frondosos bosques verdes y otros meros montículos de piedra caliza dominados por un puñado de cocoteros -como si el dios de los jardines hubiera creado un paisaje oceánico en un instante de antojo juguetón-, aterrizábamos en el aeropuerto de Losuia (Isla Kiriwina) bajo una incordiosa llovizna. Nada más recoger mi mochila pregunté por Rebecca Young, representante de la compañía aérea Airlines PNG, encargada de abrir y cerrar el aeropuerto para recibir los únicos tres vuelos semanales y también propietaria del Kiriwina Lodge, donde me podría quedar si fallaba mi plan de ir directamente a la aldea Kaibola, al norte de la isla, y quedarme en casa de algún paisano que alquilase alguna habitación.
Al llegar a su establecimiento me llevé una tremenda desilusión. Además de estar alejado unos tres kilómetros de Losuia, se trata de un recinto demasiado turístico para mi gusto (175K), no hay ninguna tienda de alimentos cerca y se depende de las comidas que elabore el hostal (350K con las comidas). Aunque la vista al mar es apreciable pero no extraordinaria, es un amplio hostal con 19 habitaciones muy simples, cinco de ellas con aire acondicionado y otras con ventilador de techo, un bar inactivo y una sala-comedor para los huéspedes. En la parte baja, junto al mar se encuentran mas mesas bajo marquesinas y un pequeño jardín. Una piscina artificial de piedras sirve de diversión a los chiquillos de las aldeas cercanas.
Así que, tras dejar mis mochilas en la habitación me dirigí caminando, paraguas en mano, hacia el centro del pueblo (Station) para pasear por su bullicioso mercado y buscar un lugar alternativo más barato donde me pudiera quedar la próxima vez que regresase a la capital, si me sobraba tiempo. Allí conocí a uno de los profesores del colegio que me ayudó inmediatamente a encontrar el Guest House Cindarela (100K.-140K./alm.+cena), que es la casa de Cindy, su propietaria. Luego fuimos al mercado para localizar a alguno de los choferes que al día siguiente condujera su Truck (PMV) hasta Liluta, uno de los poblados del norte de la isla, cuatro kilómetros antes de Kaibola - suelen hacer tres o cuatro viajes al día hasta allí-.
Por consiguiente, sí que hay trasporte hacia el norte a diario, pero Rebecca no me lo quiso decir para que me quedara, supongo, en su hostal algunas noches. Tras unos minutos de negociación conseguí convencer al chofer para que me llevara a mí solo desde Liluta a Kaibola, pagando 10K. más. Quedamos en el mercado al día siguiente sobre las ocho de la mañana.
Era día de mercado y había mucho movimiento de nativos en los puestos, sentados en el suelo o de pie comprando, tanto dentro como fuera del recinto, en las tiendas y en el muelle. Pero nuevamente, la lluvia comenzó a fastidiar el ambiente y poco más pude hacer sino recogerme pronto para estar en forma al día siguiente, pues debía caminar cargado con mis pesadas mochilas los tres kilómetros que separa el hostal del mercado, donde suelen parar los cinco PMV que transportan a los vecinos a sus diversos destinos -siempre dependiendo que hayan suficientes pasajeros como para satisfacer el bolsillo del chofer-, tanto al N. hasta Kaibola como al E., hasta Okaiboma.
Esa noche, durante la copiosa cena (pollo, arroz, verduras, batatas, ñames, frutas) tuve la oportunidad de conversar en la mesa con una pareja de la isla Kitava que están realizando algunos trabajos sociales en Losuia, y contrastar algunas informaciones y vivencias que me están sucediendo durante este viaje a través de PNG., principalmente el porqué los papues no cumplen “su palabra” cuando la dan, confirmando así mis conjeturas acerca de lo falsos -su tiempo será siempre más importante que el de los demás- y poco respetuoso que son a este respecto. También confirmándome lo machistas que son los hombres, una actitud que he apreciado en todos los lugares que he visitado.
Al día siguiente pasé toda la mañana sentado en la oficina del colegio con el profesor esperando al puto chófer que nunca apareció, aunque sí lo hizo un sustituto suyo –según me diría al día siguiente- pero se dedicó a trasladar durante toda la mañana a grupos de vecinos hasta una aldea cercana donde alguien había fallecido. Nuevamente se pone de manifiesto la irresponsabilidad del papuo con su “palabra” que tan acostumbrado estoy a ver y en algunos casos padecer.
Así que, aprovechando que tenía un “instruido” punto de información local, pude conversar extendidamente sobre las costumbres locales y contrastar con él todo lo que había leído y visto en reportajes de televisión mucho antes de venir a este país. Y sobre todo lo vivido, confirmándome igualmente esa falta de palabra que tanto caracteriza a los papues.
Algo que siempre me había llamado la atención y ha sido unos de los motivos que me ha traído hasta aquí es comprender esta sociedad matriarcal que traza la genealogía familiar a través de las madres en lugar de los padres. Según explicaciones del profesor podría ser fácil su apreciación una vez que comenzara a vivir entre ellos y así comprendería mejor los acontecimientos que surjan en la comunidad.
Cuando el niño alcanza la madurez se lo llevan a vivir al pueblo del hermano de su madre (tío) obteniendo allí la aceptación como compañero y de esta manera el matrileaje se mantiene intacto. Esta filiación se establece sobre la teoría de que todo desciende por línea materna a través de la madre. Ella se encarga de la tutela real de su familia, que no se confía en ella sino en su hermano. Esto se puede generalizar en la regla de que, en cada generación, la mujer sigue la línea y el hombre la representa, o, en otras palabras, el poder y las funciones que pertenecen a una familia se encomienda a los hombres de cada generación, aunque tiene que ser transmitido por las mujeres. De esta manera, la mujer está excluida del ejercicio del poder, de la propiedad de la tierra y de muchos otros privilegios públicos como las reuniones tribales que tenga relación con los cultivos, la pesca, la caza, las expediciones marítimas a otras islas, el comercio ceremonial, fiestas y bailes.
También muestran una organización social con relaciones familiares independientes entre padres e hijos, existiendo además una gran libertad sexual. Ambos sexos gozan de una gran tolerancia ya que las mujeres tienen el mismo derecho a contraer matrimonio o divorciarse, así que tienen una amplia libertad antes del matrimonio y esto permite más relaciones sexuales entre las parejas, pero una vez que se casan las mujeres deben permanecer fieles a sus maridos y la infidelidad o adulterio se castiga.
Muchos siguen creyendo que los espíritus son los que llevan a la mujer a quedar embarazada y así que mientras el padre disfruta de una buena relación con los niños, el hermano de la madre es legalmente responsable de ellos y de sus madres. El Hechizo de Amor se cree que funciona para hacer que uno se enamore de una mujer o un hombre y creen que puede hacer a una persona hermosa a pesar de que se la considere fea. Viven en aldeas que forman ramificaciones de otras aldeas donde residen otros familiares, algunas de éstas participan en las pescas, otras realizan tallas en madera, pulido de piedras, ornamentos de concha o haciendo cestería.
Si bien al principio me costó entenderlo, me recomendó entrar con consideración en un grupo familiar para ser aceptado de buena gana y poder ser partícipe de todo este enjambre de costumbres extrañas para mi. Le respondí que a eso precisamente había venido. Quiero vivir in-situ esta otra forma de relaciones en comunidad.
Encontrándome nuevamente sin transporte pues no hubo ningún medio que se dirigiera al N. de la isla, ni tampoco quería pagar por alquilar alguno (>180K.), tuve que hacer otra noche en Losuia, en casa de Cindy y al siguiente día esperar en otro de los supermercados que apareciera algún PMV. Afortunadamente, a medio día bajo una inquietante lluvia apareció uno que se dirigía hasta Diagila, una aldea a mitad casi de camino entre Liluta y Kaibola donde martes, jueves y sábado se lleva a cabo los Días de Mercado.
La carretera está esencialmente en buen estado -comparada con muchas de PNG.-, aunque algunos socavones hacen que la conducción sea desagradable ya que los conductores van a mucha velocidad y casi no los esquivan provocando que los pasajeros tengan que agarrarse bien fuerte pues al no tener asientos hay que estar sentados en el suelo para evitar los innumerables y dolorosos botes que se producen. Constantemente pinchan, retrasando en muchas ocasiones el trayecto.
Una de las tantas paradas que hicimos para que bajaran o subieran pasajeros fue Omarakana, donde reside el Jefe Supremo de las islas Trobriands y líder político de más alto nivel (en un sistema de gobierno regional administrado políticamente que se basa en diferentes jefes) que mantiene estrictamente su política y el poder económico, supervisa tanto el importante Festival del Ñame (Milamala) que se celebra después de las cosechas, como los rituales sobre la tradición oral de la isla y la magia (Kulpreside). Una enorme e intricada Casa de los Ñames laboriosamente pintada en rojo, blanco y negro destaca de las otras más pequeñas y menos decoradas en el poblado. Es la que pertenece al jefe y su familia. Dicen que a menudo se le suele encontrar sentado en una silla debajo de su casa, rodeado por varios miembros de su clan.
Tras una hora de trayecto y bajo una incordiosa lluvia me encontraba caminando con una anciana los más de tres kilómetros que separa Diagila de Kaibola. Por fin, tras cinco días de angustiosos diarios contratiempos, podía llegar a mi destino... Kaibola
Localizar la casa de Enmanuel Tosieru (100K./3 comidas) un joven que alquila varias habitaciones en su casa a los visitantes que por allí aparecen no fue complicado ya que la anciana era precisamente familiar directo de él y hasta allí me condujo. Su hermano, Burex, años atrás también alquilaba alguna habitación de su casa y varias chozas cerca de la playa.
Llegué un sábado y es corriente que los más jóvenes de todos los poblados de los alrededores, en los terrenos del colegio cerca de la casa de Enmanuel, se junten para jugar al Fútbol (sólo hombres), Volley (hombres y mujeres) o Básquet (dos palos con dos aros/sólo mujeres). Desafortunadamente, el Críquet tradicional ha dejado de ser practicado y sólo se realiza en días muy concretos como el Festival Milamala, entorno a la segunda mitad de septiembre.
El Críquet de las Trobriands es una versión muy diferente a la practicada en Europa o Estados Unidos. Fueron los misioneros metodistas cristianos británicos quienes en 1.903 lo expusieron primeramente a los isleños intentando que el juego pudiese desalentar las guerras y peleas entre ellos. Sin embargo, el juego evolucionó rápidamente en la propia cultura mediante la ampliación del número de jugadores, añadiendo bailes y cantos, y en la modificación de los bates y las pelotas. Es decir, ya que las luchas entre los grupos tribales en la isla fue prohibido por los religiosos, el cricket comenzó a incorporar por parte de los nativos muchas de las prácticas tradicionales asociadas con la guerra.
De los cinco días que estuve allí tres llovió abundantemente, aún así pudimos pasear por las aldeas cercanas visitando a sus familiares, y por su terreno plantado con Taro, Ñame, Casava, Aibika (Verduras), Tomates....
Kiriwina es una gran isla coralina bastante plana cubierta de un suelo rico en nutrientes orgánicos y minerales con buena capacidad de retención de agua muy adecuado para el cultivo de Ñame y Taro, junto a Plátanos, Pandanus, Cocoteros, Sago, nueces de Betel, diferentes tipos de enredaderas y Caña de Azúcar. También Batatas, Papayas, Piñas, o Mangos, introducido por los europeos, las cuales sobreviven mejor la sequía que las plantas nativas.
Los Ñames son el alimento básico en Kiriwina, pero también son elementos de gran importancia cultural y espiritual, por eso cada isleño produce el doble de sus necesidades estimadas. Son cuidadosamente cultivados para obtener colosales formas que haga enorgullecer a su agricultor y a sus familiares, quienes pasearán el enorme tubérculo por todo el poblado amarrado a largos postes una vez extraído de la tierra.
Desde que un Ñame germina hasta que alcanza un exceso de madurez, recibe diferentes nombres según los diferentes estados de desarrollo pues serían objetos totalmente distintos. La madurez es la razón definitiva y por lo tanto una vez alcanzada es un objeto completamente nuevo. Ese aspecto corresponde al tiempo y a las formas geométricas del tubérculo.
La vegetación apenas crece muy alta pues suelen ser pasto de las quemas incontroladas, por lo que la presencia de organismos tanto microscópicos (bacterias que favorecen la absorción de nutrientes como los nitrificantes: absorben nitrógeno) y organismos mayores (lombrices que favorecen la aireación de los suelos) en conjunto se están destruyendo, dejando de conformar un suelo fértil. Parece ser que algunos agricultores están importando nutrientes ricos en cenizas volcánicas del monte Tavurvur de East New Britain.
Hay dos grandes estaciones, una seca, de mayo a octubre y una de lluvias, de diciembre a marzo. La siembra y la cosecha son por lo general realizadas entre estas dos estaciones: la siembra es en octubre, antes de que comiencen las lluvias y la cosecha es alrededor de abril o mayo, antes de la estación seca. Los habitantes son en su mayoría horticultores de subsistencia que viven en asentamientos tradicionales.
La escasísima fauna de esta isla incluye Loros y Palomas del Estrecho de Torres junto a algunas otras aves o animales y una gran variedad de pescados y mariscos. Los pocos cerdos que se crían son también de procedencia europea. Los árboles grandes se encuentran sólo cerca de la costa y se utilizan para hacer canoas y casas.
Nos hemos bañado en una profunda cueva de extraordinaria agua cristalina filtrada, donde la cogen para beber o hacer la comida, pero no todos sus habitantes están autorizados a acceder a ella por estar prohibido (Tabú) para ellos. En medio del poblado hay varios pozos donde todos pueden recoger el agua mediante bombeo, tanto para cocinar como para lavarse.
La Iglesia Católica ha tenido una gran influencia en esta sociedad desde los primeros días del contacto colonial creando fuertes raíces, sobre la parte norte de la isla y principalmente alrededor de Omarakana y Bweka, donde la misión todavía trabaja con empeño. Se han creado fuertes lazos afectivos que unen las comunidades eclesiales y locales aunque la presencia de la religión católica y otras iglesias cristianas no ha podido remplazar totalmente los sistemas de creencias tradicionales de estos isleños.
Otro de los días los acompañé hasta el pequeño mercado de Diagila, y al igual que sucede por todo el país los nativos del interior ponen a la venta, tirado por los suelos, sus cosechas, y los que viven en la costa traen los productos del mar, siendo mayoritariamente pescado ahumado. El Pescado es un importante alimento ceremonial en pueblos del interior y se vende o intercambia por vegetales y verduras entre las comunidades existentes del interior y los pueblos costeros. La gran mayoría vienen de los alrededores a realizar sus compras por ser más cercano a sus aldeas.
Durante varios día Enmanuel realizó algunas inmersiones pescando con lanza alguna piezas de enorme tamaño que luego comeríamos con arroz o con ñame. Las comidas que me han ofrecido han tenido un toque diferente. Aunque les pedí que no variaran su dieta fue en vano ya que el hecho de ser visitado por un foráneo implica ofrecer lo mejor que se tenga o que se pueda conseguir, y como yo iba a pagar mi alojamiento incluyendo las comidas –bastante caro, por cierto-, compraban en la tiendita del pueblo arroz y noodles (fideos), de paso aprovecharían para variar su monótono sustento de verduras y tubérculos. Aunque comí tres veces al día siempre hubo Pescado, diversas Verduras, Ñame, Casava, Arroz, Noodles y un Pollo.
La dieta en Islas Trobriands se compone básicamente de Ñame, Taro, Coco y Bananas. La comida principal sólo es cocinada al atardecer, después de volver de los huertos, y por lo general consiste de Ñame, Taro y Pescado. Las Aves de caza, de corral o el Cerdo se comen en muy contadas ocasiones, cuando hay algo que celebrar. Dependiendo de la dureza del trabajo en el campo apenas tienen tiempo para comer algo pero habitualmente son productos de fácil transporte o lo que cojan del huerto como Mangos, Bananas, Cocos jóvenes y su líquido elemento del interior. Cuando la cosecha del Ñame ha sido escasa durante varios años consecutivos, las frutas silvestres, algunas raíces, hojas y frutos no comestibles se recogen también para ampliar el sustento.
Otros alimentos secundarios incluyen Maíz, Limas, Mandarinas, Naranjas, Almejas, Berberechos, Cangrejos, Mejillones, Ostras, Bacalao, Gambas, Vacas marinas (dugongos) y Tortugas. Los lagartos, gusanos y otros insectos también se comen. La Nuez de Betel masticada con polvo de conchas y vainas de mostaza es el estimulante popular que les hace tener siempre los dientes rojos oscuro y les hace olvidar las ganas de comer.
Aunque en este poblado mi relación con sus habitantes no fue muy cercana debido a la lejanía de mi alojamiento del conjunto de casas locales, los paseos a través del mismo me permitieron charlar con algunos de ellos, principalmente profesores del colegio y misioneros del poblado.
Los más pequeños fueron bastante cercanos, alegres pero quizás excesivamente efusivos y/o escandalosos. Los escasos jóvenes, pues casi todos están estudiando en Alotau o Port Moresbi, fueron quizás algo más tímidos y los mayores muy curiosos. Muchas de las mujeres mayores fueron muy distantes y desconfiadas.