Entrar
en PNG ha sido un paso muy sencillo, aprovechando que los martes y jueves son
día de mercado en Batas -último kampung indonesio a pocos metros de la frontera
con PNG.- y por ello hay más posibilidad de transporte tanto a un lado como al
otro.
Desde
la Terminal de minibus de Yatofa, cerca de Entrop, salen cada poco tiempo
vetustos 4x4 dirección kampung Koya Timur (3h.) a través de una carretera en
buen estado que pasa por innumerables pequeñas bahías con hermosas
playas solitarias. Me extrañó mucho no haber visto ningún carísimo Resort turístico en
alguna de ellas!.
Una
vez en Koya hay que coger un Ojek (50.000Rp.) hasta Batas (30min.). Aquí ya la
carretera atraviesa zonas de junglas, palmerales, cañaverales o incluso
pequeños arrozales trabajados por los vecinos.
El
mercado de Batas no es espectacular en colorido, como sucede prácticamente en
todos, ni tampoco es una invasión de vecinos de PNG. La gente cruza la frontera
para adquirir productos muchos más baratos y venderlos luego principalmente en
los mercadillos de Vanimo y sus alrededores.
Allí
mismo, en algunas tiendas, se puede cambiar Rupias por Kinas -al mismo precio
(4.350Rp. => 1Kina) que en el Money Changer que utilicé en Entrop (100 $
=> 202 Kinas; el € lo cambiaban muy mal: 1€ => 10.000Rp.), donde se ubica el
Consulado de PNG..
Una
vez sellado el pasaporte, salir de una frontera para entrar en la otra y ser
nuevamente sellado lo realicé en menos de 30min.. Al otro lado, sólo hay que
esperar la llegada de uno de los tantos minibuses, éstos bastante nuevos y más
amplios -muchos son Toyotas-, que se acercan hasta aquí con más pasajeros,
dirección Vanimo (10K.).
No
importa la hora que sea pues siempre hay transporte. Yo llegué a la una de la
tarde y había bastante movimiento de vehículos, y de gente.
Desde
que se toma la carretera se nota la limpieza, el verdor, la frondosidad de las
enormes arboledas y comienzan a aparecer las primeras casas tradicionales de
madera y rafia, bastante elevadas sobre gruesos troncos. El quehacer diario se
realiza principalmente bajo ella, utilizándose la vivienda sólo como habitáculo
para dormir, en muchos casos separados por cortinas. Otras tienen habitaciones.
No suelen tener ni sillas ni mesas. Un colchón en el suelo, cortinas en las
ventanas, y las escasas pertenencias guardadas en maletas o pequeños armarios.
La cocina está en otra casa más pequeña y más baja junto a la principal. Se
cocina con fuego de leña, no tiene chimenea y al igual que los honais, el humo
sale a través de las hojas de pandano que forma el tejado.
Me
bajé entre el poblado Baro (pronunc. Barro) y el poblado Yako, en un complejo
de 9 bungalows llamado Tanyuli por ser el más económico del lugar (55K.). Aunque las
comidas si son caras (des.=10K., alm.=15K. y cena=25K.). Luego comprobaría que
Vanimo es de los lugares más caros del país para comer, pero principalmente
donde alojarse. Los precios son astronómicos para la mierda por lo que se
recibe a cambio.
El
complejo está frente a una de las tantas buenas olas que rompen en la costa norte
de PNG., está muy bien cuidado y la playa, de coral con poca profundidad,
bastante limpia.
Estos
últimos meses se están alojando un grupo de trabajadores de una empresa
maderera que trabaja en la zona que han ocupado todos los bungalows.
De suerte que uno de ellos se mudó a otro con sus compañeros para que yo
pudiera quedarme a pasar unos días. Han sido gente muy amables y educadas, que
no han querido en ningún momento dejarme solo, ni pensando. En todo momento se
han acercado a charlar conmigo, con las consiguientes mismas preguntas:
componentes de mi famila, que si ya me he casado, que si hay palmeras en mi
país, si hace tanto calor como aquí,....
Al
siguiente día de mi llegada me dirigí al Consulado Indonesio para conseguir un visado de entrada (70K.) para dentro de dos meses, que es cuando tengo previsto
concluir mi viaje por PNG entrando nuevamente a Papua Occidental para enlazar
con el vuelo de vuelta a casa. Dos fotos, fotocopia del pasaporte y rellenar un
impreso fue suficiente. Por la tarde ya tenía el visado en mi pasaporte, así
que tras seguir controlando precios en los pocos supermercados de Vanimo, y
comer en uno de los tres Kai Bar (bar local especializado en hacer grasientas
comidas para llevar o comer allí mismo), regresé con galletas, agua y una bandejita de Mieon
(fideos con pollo).
Lo
más jodido de todo fue que precisamente al día siguiente llegaba el barco que
enlaza Vanimo con Wewak y salía al anochecer. Era muy pronto para comenzar a
moverme aún. Quería disfrutar unos días más del lugar donde me quedaba.
Las
comidas que he visto expuestas han sido todas muy grasientas. Los niuguinis se
caracterizan por su escaso gusto culinario. Comen muchas galletas, bizcochos,
queques, papas fritas, y todo tipo de rebosados con mogollón de harina.
Y
sin duda alguna, el manjar preferido de todos
es mascar Buai (nuez de betel) y escupir su rojiza saliva. También les encanta fumar
sin parar.
Las
bebidas alcohólicas, que tan acostumbrados están a consumir en exceso, se
venden en tiendas sólo de alcoholes. Son caras. Especialmente la cerveza
(>4K el botellín), pero parece que haya poder porque se ve mucha gente borracha
por las calles, especialmente al final del día. Y mas aún los viernes, día de
cobro. Aún así, son gente muy amable.
En
las pocas calles de Vanimo hay mucho movimiento de nativos de otros poblados que
vienen a realizar las compras necesarias: supermercado, ferretería, electrodomésticos, o a vender sus productos: verduras, bilums (bolsos
tradicionales), pescado ahumado...
Vanimo
es pequeño. Se puede considerar como un pueblo sólo comercial: cinco
supermercados, tres tiendas, una superfarmacia con cuatro cosas necesarias, una
ferretería, una librería, dos bancos con ATM que cambian muy mal las divisas -a
uno de ellos (Westpac) no le funcionó mientras yo estuve allí los
ordenadores!!, varios edificios oficiales, tres o cuatro hoteles carísimos,
varias iglesias, un mercado tradicional muy sucio, un aeropuerto con casi
ningún movimiento y varias paradas de minibuses a distintas direcciones. Cuatro o
cinco calles componen el núcleo central de este pueblo comercial. En medio hay una colina, con enormes casas entre la vegetación que bien podría pertenecer a los propietarios de los comercios.
Tres
días más tarde, tras observar la subida de la fuerza del mar, me trasladé al
poblado Lido donde me he quedado en casa de una familia, a muy pocos metros de
la orilla, que suele alquilar una habitación a los surferos que hasta aquí
llegan en busca del precio más económico para dormir (80K./dos comidas). Sin
baño -hay que ir a la orilla de la playa-, convirtiéndose la playa en el
cagadero continuo del poblado. Y en el vertedero pues no se cortan nada a la
hora de tirar las bolsas y cajas de basura al mar. Lamentablemente todo se lo
lleva la corriente hacia otros poblados colindantes, que a su vez hace lo
mismo. Lo que no se lleva la corriente se queda en la orilla junto a
innumerables árboles casi podridos que ha traído o tirado las corrientes, al igual que los excrementos que defecan allí mismo los vecinos, principalmente por las mañanas. Es peligroso caminar por el arrecife porque puede haber
cristales o latas.
El
viento y la fuerza de mar ha estado extremadamente fuerte todos estos días,
haciendo insurfeable las olas. Hay un grupo de australianos que han intentado
coger olas, pero durante todo este tiempo apenas se ha podido hacer buen surf.
También llegaron varios japoneses. Se han estado quedando en el Surf Camp que hay
aquí.
Es
carísimo para lo que ofrecen, pero parece ser que son los precios normales en
PNG. Cobran 100$ australianos (todo incluido, menos el alcohol) por medio de
un tour-operador por Internet. Está muy bien cuidado y limpio, pero se pasan
con los precios.
Al
final me acostumbraré a estos estratosféricos precios de tanto escucharlos. Me
he de apretar mucho el cinturón pues.
Lo
que me espera...!!!