Como no ha llegado otro barco a Vanimo -normalmente
son dos-, ha llovido muchísimo las pasadas noches haciendo impasable la
carretera de tierra que une Vanimo con Aitape y el avión que
vuela a Wewak los domingos no ha podido salir porque desde el jueves en
la oficina de AirNiugini no hay electricidad, por lo tanto no han
querido vender billetes "ni apuntándolo a mano", me he decidido por la
última opción que me quedaba y a la vez más peligrosa: subirme a un Banana Boat o Dingi (pequeña
embarcación de 10 o 15mt.) que hace la ruta Vanimo->Aitape bordeando
la costa.
Para ello he tenido que esperar unos días que
el tiempo mejorara. Afortunadamente el fuerte viento del N.O. ha ayudado a una relativa buena
navegación. Quienes lo tenían más jodido fueron los que venían pues el viento y
las olas en contra hacían más complicado y peligroso el trayecto, que
normalmente se hace en 4h.. En esta ruta suelen haber muchos naufragios.
En Aitape me he quedado en un Guest
House frente a Correos, regentado por unos Rastas. El precio de 100K. me lo rebajaron a 80K. sin insistir mucho. Parece ser que es lo más barato de
este pueblo. Tienen un pequeño restaurante y me ofrecieron cenar por 20k. pero
me pareció caro para lo que me fueran a poner, que seguro que sería arroz con algo
por encima.
Como llegué un
sábado a medio día todo estaba cerrado así que compré unos donuts locales, unos
Krackers, unas latas de atún y sardinas en tomate y por menos de 10K. tenía
solucionado el almuerzo y la cena.
Aitape es pequeño pero resulta interesante para pasar unos días. El hostal tiene
un acceso a la playa, que aunque no es una maravilla, si que incita a echarse
unas cervecitas sentado bajo sus árboles, ya que está bastante bien cuidada.
Muchos vecinos vienen a esta zona de picnic. Aquí también rompen un par de olas
de buena calidad.
Esa misma noche llovió un mogollón y como en mi plan de viaje contaba con
coger una de las rancheras que hacen la ruta Aitape->Wewak, la bajona
que me entró fue enorme. Estaba seguro que tendría problemas de transporte ya
que la carretera cruza varios ríos sin puentes y podrían no circular vehículos
durante varios días.
La mañana siguiente comenzó con ligeras lloviznas y hasta las 11 no apareció
ningún vehículo de transporte. Todos los que veíamos llegar llevaban mucha gente
a misa del domingo. Y justo cuando pensaba retirarme decidido que me tendría
que quedar a pasar otra noche apareció una ranchera que se dirigía a Wewak.
Era las 11:30 y aunque me parecía algo tarde -en este país viajar a partir del medio día es arriesgarse
a llegar de noche al destino-, no quise esperar más y subí a él junto a otros
cinco pasajeros más.
A las 12:15 tras varias absurdas vueltas por el pueblo buscando gente que no
había comenzamos el tormentoso trayecto. No se si llegaríamos a cruzar casi 100
riachuelos y ríos de todas las formas, tamaños, y puentes de todo tipo:
maderas, troncos, cemento o metal. Pero fue a mitad de camino cuando nos
sorprendió una fortísima lluvia y viento de todas direcciones en el momento de
intentar cruzar el río más caudaloso. Media hora antes otra ranchera que venía
volcó por la fuerza del agua, quedándose a
mitad del río
sin poderse mover y con el agua entrándole por ventanas y frontal. Los
ocupantes esperaron sobre el techo ayuda de una grúa que trabajaba en la zona y que al final consiguió sacar.
Tras varias horas pensando que hacer y viendo que el tiempo empeoraba,
decidimos pasar la noche en una aldea cerca del río donde nos ofrecieron una chabola sin
paredes para dormir los 10 que éramos en total. Antes de anochecer nos dirigimos
a otro poblado en busca de krackers y bebidas para cenar. Hacía frío y encima todos
estábamos empapados. Gracias al saco de dormir que llevo pude pasar buena
noche. Sien embargo, el
resto no lo pasó bien. Todos estaban tensos pensando en el nivel del río, principalmente
la gente mayor.
Con la luz del amanecer, y nuevamente en el río, éramos conscientes que aunque había descendido algo teníamos que
atravesarlo si o si.
Tras media hora de cálculos, y cruzar a pie el río por varias partes, marcaron la zona menos profunda con ramas clavadas en el fondo por donde
tendría que pasar el vehículo. Se notaba la tensión del momento.
Y lo conseguimos pasar sin mucha dificultad. El resto del camino fue paradas
cada 15min. ya que la tormenta de la noche anterior había tirado cantidad de
árboles a la carretera, que debíamos de cortar a sablazos, e incluso ladear un
corrimiento de tierra. En Australia
los daños fueron aún mayor ya que el centro de la tormenta andaba por allí.
Llegamos a Wewak a medio día, tres horas y media más
tarde. De suerte que todos conocían a Miss. Barry, una anciana religiosa serbia muy extravagante,
corcovada, que tiene un Guest House donde me quería quedar a pasar varios días.
Tiene algunas habitaciones a 50K. para mochileros con dos camas, una mesa y un ventilador aunque no las limpian posiblemente desde que lo
edificaron. Está muy bien situado, tiene una cocina y un salón comunal con Tv. Numerosos carteles con pasajes de la biblia componen los muros del salón.
La noche anterior el fuerte viento había tirado parte de un árbol, rompiendo el
cableado eléctrico, así que no había luz en las habitaciones económicas. Pero eso a
mi me daba igual. Lo importante era tener un lugar donde dormir a precio económico. Era parte del ciclón sobre Australia que ha producido grandes inundaciones en ese continente.
El resto de los días fue para preparar la ruta por el río Sepik,
contactar con Mathew, propietario del G.H. Tanyuli en el poblado Wagu,
a orillas del lago Wasui, para preguntarle si tenía disponibilidad de
habitaciones y tiempo, pues mi intención era pasar unos días allí recorriendo
la zona en piragua y navegar el río hasta Angoram parando en los
poblados que considero más interesante culturalmente.
Sacar dinero del
ATM y cambiar Euros -todo a muy mal cambio-. Pasear por Wewak, que
aunque todo el mundo me advertía que fuera con mucho cuidado, me pareció un
lugar bastante seguro y tranquilo. Esta es otra ciudad con varios supermercados
y un mercado tradicional repleto de gente haciendo sus compras diarias. Hay
tres bancos, varias farmacias regentadas por filipinos, ferretería, una agencia
de viaje, diversos almacenes y varios Kai-Bar (restaurante local) con
comida para llevar o comer ahí mismo.
Moverme por la ciudad ha sido sencillo pues es pequeña y los minibuses (1K.),
que están todos numerados, hacen rutas fáciles de aprender.
Una vez tenido claro la ruta a realizar por el Río Sepik, solo ha hecho
falta subir a un camión al que han adaptado asientos laterales en su caja
trasera de transporte y ahora llevan junto con la mercancía a pasajeros. Se les
llama también PMV (Public Motor Vehicule). Sale por la noche los días
previo de mercado de Maprik y llega a Pagwi a primera hora de la
mañana, punto de salida de las canoas de vuelta a diferentes poblados del río.